Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
En Efectivo. Los principales dirigentes de los partidos políticos que han acompañado al “presidente interino” Juan Guaidó, han llegado a una encrucijada. El problema no es tanto traicionar a Guaidó y a la línea dura de Leopoldo López, sino todo lo que hay detrás de estos: La Casa Blanca. Los otros tres partidos políticos, que buscan desprenderse de López-Guaidó, para participar en las elecciones del 21 de noviembre, deben tomar una decisión.
Aunque algunos se adelantaron que con la tarjeta de la MUD pondrían candidatos en las gobernaciones y alcaldías, ignorando al grupo de partidos de la llamada Alianza Democrática, en estos momentos están retrocediendo. Y es que el juego de Maduro es precisamente conducir a esos factores a tener, aunque sea un gobernador, postulado por los partidos bajo control del G4 y aliados de Guaidó. Más allá de atizar la división en la oposición. No se hizo esperar la expulsión de Daniel Ceballos, al aspirar la gobernación de Táchira.
Con eso se acaba el “interinato”, puesto que de esa forma se habría reconocido al CNE y a la AN, que hasta ahora esos factores no reconocen como legítimos. Con un gobernador de esa facción, al ser proclamado, Maduro tendría soportes para revertir en los tribunales internacionales, las directivas de Monómeros, Citgo, el control del oro en Inglaterra, entre otros. Además, Guaidó quedaría sin apoyo de los países que aún le reconocen. La Casa Blanca los vería como traidores, por la derrota política que Maduro propinaría de esa forma. Las amenazas de sanciones a esos sectores, los obligará a no participar.
Mientras tanto, Maduro avanza con
sus reformas, con acuerdos solapados por factores extranjeros y compañías petroleras.
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