Un profesor en una Escuela de
Comunicación Social, frente a las informaciones
aparecidas en
la prensa nacional que refieren que Venezuela compra a los Estados Unidos más
del doble de la gasolina que le vende a ese país, le pidió a sus alumnos que
titularan dicha información al criterio de cada quien.
Huelga imaginar que
muchos aportaron buenas ideas al respecto, pero hubo uno que se la comió
literalmente y tituló como lo expresa en el nombre de este trabajo: “Gasolina
del Imperio, mueve la Revolución”.
Y ese muchacho, que como asegura el colega
Domingo Luis Díaz Mendoza será buen periodista, demostró cuán enterado está el
país sobre la cháchara impenitente con que nos bombardea a diario Maduro
relativa a su presunto anti-imperialismo.
El discurso no puede ocultar la
realidad y la realidad no necesariamente tiene que ser vergonzosa. En este caso
lo es porque nadie le ha explicado al país las razones para que debamos
importar gasolina en medidas tan exageradas. No extrañe que de esa importación
se le envíe una cuota a Cuba y a otras naciones “aliadas”.
Pero sea cual fuere
la razón creemos, o tal vez pecamos de osados, que Rafael Ramírez debería
explicarle a ese estudiante de Comunicación Social la razón para que la
maquinaria de la revolución se mueva con combustible del Imperio. Porque
suponíamos nosotros que como exportadores que somos y como propietarios y operadores
de varias refinerías (de esas que producen gasolina) estábamos exentos de la
obligada importación.
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