Aunque hay un
sector que apoya y sigue a María Corina Machado, la dirigente que ha expresado
críticas contra cualquier forma de diálogo, negociación o entendimiento con
factores del régimen chavista/madursita, sorprendió a muchos con una nueva
postura, al confesar en una entrevista que mantenía contactos con sectores del
oficialismo, en conversaciones y acercamientos de los cuales no se tiene
conocimiento. La parte que no sigue a ésta le reprocha que luego de tantas
críticas, termine descubriendo el agua tibia, bien sabido es que si no existen
puentes para que desde el mismo régimen se negocie para su desmantelamiento,
salida no habrá, por lo menos por la vía pacífica.
Falló así lo que
sectores desde Miami pretendieron impulsar con el llamado TSJ en el exilio, con
una campaña en redes sociales satanizando a la Asamblea Nacional (AN), acción
torpe y sin sentido, luego ha quedado demostrado que lo de la intervención
militar extranjera es más complicado que lo que muchos creen. En la guerra de
poderes, cuando el enemigo está cercado totalmente, encerrado, se debe
garantizar una salida, permitirles abandonar o se le obligará a que luchen
hasta la muerte, que es lo que ha pasado en los últimos años, cuando el régimen
no tuvo otra opción que reprimir a mansalva y producir la matanza que se sabe
desde 2014 y que sigue actualmente. El giro de María Corina es interesante,
aunque cause indignación en sus detractores, quienes ahora le critican que como
es ella la que propone la negociación, entonces ya no se es “colaboracionista”
o “traidor”. Demostrado el populismo en el discurso, más de lo mismo.
Pero entre los
giros asombrosos, no se puede dejar pasar el del Secretario de Estado de los
Estados Unidos, Mike Pompeo, quien hacía críticas y advertía que Latinoamérica
debe tener mucho cuidado con las inversiones de China en la región, los
préstamos y todo el proceso de intercambio que los asiáticos están imponiendo
al hemisferio.
Este “halcón”
hace un señalamiento que recuerda a los izquierdistas de las décadas de los 50,
60, 70 y 80, cuando advertían de las acciones del “imperialismo norteamericano”,
en esas épocas se decía que la dominación de EEUU era colonizadora y de la que
había que cuidarse, lo que alimentó el discurso de comunistas y guerrillas izquierdistas
en el continente. Ahora Pompeo, como una especie de “Ché”, advierte de la
presencia de la potencia emergente amarilla.
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El manual
norteamericano, según las “Confesiones de un gánster económico”, John Perkins,
siempre fue endeudar a los países a los que se ha querido dominar, hundidas las
naciones en desarrollo en deuda externa, entran en crisis y terminan sometidas,
como ocurrió con Ecuador, país que al final fue dolarizado. La irrupción de
China en Latinoamérica, tiene características similares.
Se puede ver en
el caso de Venezuela, luego de sendos préstamos al chavismo/madurismo por el
orden de 50 mil millones de dólares, la renta petrolera de Venezuela pertenece
actualmente en casi 35% a China, se le envía petróleo del cual no se recibe ni
un dólar porque todo corresponde a pagos de préstamos. Créditos cuyos recursos
fueron despilfarrados por Chávez y Maduro, y que hoy pesan en la actual crisis
económica.
China ha colocado
en los últimos tres años 300 mil millones de dólares en Brasil Argentina,
Chile, Perú, Ecuador, está entrando a Colombia, el Caribe entre otros, razón
por la que el Grupo de Lima no apoya la intervención militar unilateral de EEUU.
Esta nueva forma de “imperialismo”, que se puede traducir en un nuevo ciclo de
colonización, hace que funcionarios como Pompeo, y gente amateur como María
Corina, terminen volteando sus posturas, sin más remedio. 21/10/2018
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