La crisis venezolana ha hundido a la población en lo que se
denomina la “locura colectiva”. Se trata de un trastorno psicótico compartido
que sufre la masa, esto es propio de pueblos en crisis, no es la primera vez
que sucede. Cuando se habla de psicosis, se refiere a creencias paranoicas o
delirantes, ideas que se transmiten de una persona a otra.
Una mayoría que alega haber “ganado” por haberse abstenido
en unas elecciones, a pesar de ser 80% no necesariamente tiene la razón, porque
bajo ese razonamiento, entonces la mayoría que eligió a Chávez en 1998, ¿Tenía
la razón? Demostrado ha sido que estaban equivocados.
El desastre político en la oposición es enorme. Una muestra
es el estado Mérida, el desatino del gobernador Ramón Guevara, que un día dice
que no se debe votar y al otro día dice que sí, en medio de sus enfrentamientos
con el alcalde del municipio Libertador, Alcides Monsalve, han hecho que no
sólo perdieran el concejo legislativo, sino la mayoría de las cámaras
municipales, en un estado de voto duro de oposición.
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A lo anterior se suma la histeria colectiva que desata un
sector que como inductor principal, crea la idea paranoica que no votando, el
madurismo terminará fuera del poder y como una epidemia se transmite de una
persona a otra, dentro de ese mismo grupo cultural, en que todos terminan
creyendo una idea falsa, víctimas de la crisis general que hay.
En ese mismo estado, en los municipios Pinto Salinas y
Guaraque, no se dejaron afectar, se unieron, salieron a votar, montaron su
padrón electoral, defendieron sus votos y mantuvieron sus cámaras municipales.
Lo mismo ocurrió en Monte Carmelo en Trujillo, en San Antonio de Los Altos en
Miranda, en Maneiro en Nueva Esparta.
Sobre el aspecto técnico, legal, constitucional y demás, de
las elecciones en esta tiranía anárquica del chavismo/madurismo, es una
discusión mucho más amplia y profunda.
Lucha integral
Hasta ahora, se ha perdido una de las armas de la lucha, el
voto. Un sector dice que no es con elecciones que habrá una salida y pasados
los 20 años, en el terreno electoral se tiene cuantiosas derrotas, pero nadie
explica por qué se ha perdido tanta elección, algunos se quedan con aquel mito
del “hacker ruso”, una idea difundida por el chavismo/madurismo desde sus
laboratorios.
Y no es sólo con elecciones que se saldrá de esta tiranía
anárquica, menos en una situación de división interna de los factores políticos
democráticos. Es un error dividir la forma de lucha, asegurar que no es con
votos, sino con “la fuerza”.
Es con elecciones, con “la fuerza”, con resistencia, con
reclamo social, con la protesta y la agitación política, con la lucha pacífica,
con la denuncia, con la actividad en las redes sociales, con la expresión
cultural y popular, la defensa de los DDHH, con el apoyo de la comunidad internacional.
Se trata de una sola lucha, en distintos terrenos, con
distintas herramientas. Una lucha integral para hacer frente a una crisis
integral. No una lucha sólo electoral para que unos zagaletones terminen en
cargos públicos como gobernadores o alcaldes y ni siquiera pueden luego
coordinar para limpiar una ciudad tan pequeña como Mérida, siendo del mismo
partido político incluso.
No hay estadistas en la oposición, así como mucho menos en
el chavismo/madurismo y ello ha permitido que la mediocridad se haya colado
hasta altos niveles, desde los cuales venden la idea paranoica, de que no haber
votado, ha sido la mejor forma de enfrentar a la tiranía, o de que la crisis,
es una “guerra económica”.
El estúpido
macartismo
Entre los efectos de la locura colectiva venezolana, es que
ahora se acusa de “traidores” y “colaboracionistas” a quien se atreva a hablar
del voto, por supuesto los insultos, como único argumento de la masa delirante
no escasean.
Una referencia es la histeria política desatada en Estados
Unidos entre 1950 y 1959 por el senador Joseph McCarthy, a quien se le debe ese
período de “cacería de brujas” llamado el “macartismo”, una campaña
sensacionalista contra personas acusadas de comunistas en funciones de
gobierno.
McCarthy desató una histeria, una persecución, con la que no
pudo probar nada en los casos que señaló, pero que se transmitió como
enfermedad a la sociedad generando censura, obligando a personajes como Charles
Chaplin y Jospeh Losey a irse de EEUU, en una supuesta defensa de los valores
americanos, en medio de la crisis de la Guerra Fría, se impuso esa forma de
demagogia en la psiquis colectiva. Por cierto, terminó derrotado y murió por
sus problemas de alcohol.
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