Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
En el común se está instalando un sentimiento de decepción, en muchos porque no hubo una “intervención militar”, otros porque no se pudo lograr el “cese de la usurpación”
Cuando Hugo Chávez llegó a La Habana por primera vez,
fue recibido con alfombra roja, con una parada militar sorprendente y un abrazo
efusivo de Fidel Castro. El ex dictador cubano le decía que era la salvación.
Chávez así caía bajo el influjo castrista. Fue de esa manera como el anciano le
arrebató a la clase rica venezolana, que prestaba sus aviones y promocionaba al
teniente coronel como el próximo presidente de Venezuela.
Castro, un
maestro en la manipulación para mantenerse en el poder, usó sabiamente una
herramienta que suelen usar los megalómanos: la teatralidad.
Luego de los eventos en la Asamblea Nacional (AN),
Juan Guaidó aparece en Bogotá, recibido por el presidente Iván Duque. Una acción que busca reafirmar o remozar la
alicaída imagen del joven dirigente, luego que terminara 2019 sin lograr el “cese
de la usurpación”.
En los eventos desarrollados en la AN, se vio a
Guaidó trepando una reja, gritando a militares y forcejeando con estos, aunque
para algunos fue un mensaje positivo, de valentía implícita, el otro lado
mostraba la impotencia, de que el sector militar sigue al lado del régimen de
Nicolás Maduro. Una dura realidad.
Callejón sin salida
En la lucha por el poder la teatralidad es una
herramienta que se emplea. Al contrario hay que engañarlo, y a las masas les
gusta esa espectacularidad propia de los circos. Pero la teatralidad sólo funciona si va bien acompañada de una acción
política o militar. En el caso de Guaidó, todos saben que no es militar, ni
dispone de tropas armadas, por lo tanto le toca es la acción política.
Guaidó no tiene tropas armadas. Al aplicar la peculiar
política que hace, entonces permanece estancado y perdiendo apegos. Se ha
metido en un hoyo, en el que sigue cavando.
En el común se
está instalando un sentimiento de decepción, en muchos porque no hubo una “intervención
militar”, otros porque no se pudo lograr el “cese de la usurpación” a partir de otro acto como el de “la ayuda humanitaria entra,
porque sí”, se retoma el tema de sobrevivir.
Las duras condiciones de vida, tras el caos
institucional, la hiperinflación, la crisis de gasolina, el colapso sanitario y
educativo, la crisis del transporte público, los racionamientos de electricidad
y apagones imprevistos, mantienen al ciudadano ocupados en cómo enfrentarse a
estos males.
El régimen mantiene una retórica en sus filas, con
las sanciones petroleras de EEUU. Mientras
la oposición venezolana ha dejado abandonada la lucha en la línea social. Es
decir, es mínimo el acompañamiento a los sectores que reclaman calidad de vida,
a pesar que hay muchísimos dirigentes políticos que sufren los efectos del
desastre nacional.
No ha habido
respuesta contundente, salvo vagos pronunciamientos, respecto al petro. Un tema
que toca directamente a más de seis millones de personas y decenas de miles de
comercios. La AN desvió la discusión sobre la
crisis eléctrica del Zulia y el aporte de la ONU, para aplacar el sufrimiento
en esa región. La crisis humanitaria avanza y médicos y enfermeras se baten
solos en los centros de salud.
Soberanía energética
Mientras tanto, los factores exógenos siguen su rumbo.
El Departamento del Tesoro de EEUU, extendió a Chevron y a las cuatro
principales empresas prestadoras de servicios petroleros en Venezuela,
licencias para que sigan operando junto con Pdvsa. Chevron y Pdvsa han cambiado
su estrategia y ahora producen un tipo de crudo de alta demanda en el mundo, el
cual es exportado por empresas privadas, con un mecanismo que evade las
sanciones norteamericanas.
Maduro aclara
que Rosneft no tiene 70% de las operaciones de Pdvsa, sino 20%, al mismo tiempo
ofrece a las empresas norteamericanas, hacerse de campos petroleros
venezolanos.
La guerra interna
Maduro se recompone en el PSUV. El año pasado las
apuestas por su salida eran grandes. Actualmente ha resistido toda la presión
internacional y ha logrado mantener a raya el reclamo social en Venezuela debido a la crisis, con
reformas en lo económico. Mantiene una alianza importante con el sector militar
que lidera el general Vladimir Padrino, considerado una ficha de Rusia.
El enfrentamiento interno había cesado el año pasado.
El chavismo/madurismo pactó una tregua, luego que el sector radical no aceptara
ninguna negociación que significara dejar el poder sin garantías de permanencia
en la política, entre otros.
Maduro evaluaba negociar elecciones presidenciales y
se asomó la figura de Héctor Rodríguez como sucesor, pero dadas las actuales
circunstancias, esto se ha enfriado. La lucha se centra ahora en el control de
la AN. Diosdado Cabello insistirá en
imponerse en las elecciones que deberían hacerse en diciembre de este año, y
apuesta por ser nuevamente el presidente del Parlamento. Esto encenderá nuevamente
el enfrentamiento interno.
Y el CNE
La AN sigue en deuda con el país, al no lograr
acuerdos para la designación de los nuevos rectores del CNE. Esto podría
derivar en que el TSJ que controla el chavismo/madurismo, proceda con la
directiva de la AN que dirige Luis Parra, y que lentamente se hace de los espacios
y los cargos para el funcionamiento del Palacio Federal Legislativo. Está
latente que la AN salga del desacato, pero la directiva de Parra.
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