Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
La población comienza a percibir que ni el chavismo/madurismo, ni la oposición ofrecen soluciones a los grandes padecimientos.
El año 2020 llegó con más
turbulencia política. El régimen de Nicolás Maduro promovió la instalación de
una nueva directiva de la Asamblea Nacional (AN), que se materializó con la
participación de diputados opositores disidentes. Juan Guaidó, quien es el
presidente del Parlamento y en enero de 2019 se juramentó como presidente
interino, hizo lo propio con el apoyo de la mayoría de parlamentarios
opositores.
Para el mundo la AN legítima es la que lidera Guaidó. Para
el chavismo/madurismo, Rusia, otros poderes en Venezuela, es Luis Parra.
Para las distintas visiones, hay una directiva, para otros hay dos.
El atascamiento de las
negociaciones en Oslo y luego en Barbados, han derivado a la inédita situación.
Venezuela tiene un presidente interino, según se alega del sector opositor y un
presidente ilegítimo, Nicolás Maduro, el cual tiene bajo su control el poder de
fuego, o el Poder Real dentro del territorio. Hacia fuera, el control es de
Juan Guaidó.
Efectos económicos y sociales
Independientemente de las
ópticas, la crisis política continúa y sus efectos también. Con el régimen chavista/madurista no hay
confianza para nuevas inversiones, las sanciones de EEUU alejan a
inversionistas, impiden renegociar deuda externa y llevar adelante un proceso
de privatizaciones. Sin contar con el aval de la AN, es altamente
arriesgado para quienes se aventuren.
Lo anterior golpea
duramente en lo económico y esto en lo social. El caos institucional, la
hiperinflación y el colapso general, hacen a Venezuela un país con enormes
dificultades para vivir. Hay crisis de gasolina, de electricidad, de dinero, de
salarios paupérrimos, sanitaria, entre otros.
La población comienza a percibir que ni el chavismo/madurismo, ni la
oposición ofrecen soluciones a los grandes padecimientos. Ambos bandos luchan por el poder y
detrás de este por el control de los recursos. Mientras tanto la pobreza se
consolida.
Negociación y tiranía
Aunque se alegue que la
directiva de la AN que lleva Luis Parra es ilegal y no tiene los votos
suficientes, para el régimen y el resto de poderes bajo el control de los
chavistas/maduristas y militares, esto no es un problema. En Venezuela no hay
Estado de Derecho en este momento, por lo tanto cualquier acción legal o
jurídica es prácticamente nula.
Sólo queda la vía política
para llegar a acuerdos. Del lado de la AN que dirige Juan Guaidó, hay
propuestas para buscar los mecanismos adecuados para sentarse a negociar. Hay
sectores que no apoyan, porque la oposición es variopinta.
Los factores extranjeros
presionan para que se logre el consenso. El
Departamento de Estado ha hecho saber que la transición se tiene que lograr de
manera negociada, para ir a elecciones libres y transparentes. El acuerdo
bipartidista cerrando 2019, en el Congreso de EEUU, establece lo mismo. Elliot
Abrams a los sectores reaccionarios, que Juan Guaidó no tiene potestad de
solicitar una intervención militar extranjera.
Desde Rusia, Putin dice lo
mismo, que tiene que haber elecciones libres y transparentes. Afuera hay más
entendimiento.
Petróleo y negocios
Aunque la acción del
madurismo ha sido condenada, este régimen no iba a actuar de esa forma sin
antes tener claro de los propósitos de los gobiernos extranjeros. Chevron ha logrado aumentar su capacidad
productiva junto con Pdvsa, sobre los 100 mil barriles, ahora con un tipo de
crudo de alta demanda en el mundo. También exige a la administración Trump,
que se extienda la licencia para operar en Venezuela.
Pasos del régimen
Maduro podría dar pasos nuevos en el sentido de sacar de desacato a la AN,
pero bajo la directiva de Luis Parra, para ello emplearía al TSJ que controla y ya por ejemplo el Fiscal
impuesto por la ANC, Tarek William Saab, ha dicho reconocer a Parra. Ya hay partidos
políticos preparando equipos electorales, candidatos y demás para las
elecciones parlamentarias de este año.
Discurso inconveniente
Tras lo que se considera es
una traición de 18 diputados, se produjo un “linchamiento” moral a través de
las redes sociales, de parte de dirigentes opositores. Hay diputados de los que
se alinearon con Parra, que aseguraron recibir amenazas, incluso de que sus
casas serían incendiadas.
Una acción que poco ayuda a la oposición política, porque ese tipo de
comportamiento “alimenta” a los sectores radicales del chavismo, que no quieren
negociar y no permiten a Maduro que realice elecciones presidenciales
nuevamente. Los chavistas
muestran a sus cuadros más cercanos, que entregar el poder no tiene sentido.
El razonamiento es que si
eso se hace con un dirigente que estuvo en la MUD recientemente, los chavistas
temen represalias peores y se ven obligados a arraigarse más al poder.
Guaidó se entretiene
En los últimos días, el
sector opositor que lidera Juan Guaidó, hace un enorme esfuerzo por evitar que
se consolide la directiva de Luis Parra. Guaidó lideró un retorno a las
instalaciones del Parlamento, superando barreras militares, con otros 100
diputados. Se propone ahora a buscar la manera de echar a Parra del control del
despacho y algunas áreas físicas que mantienen bajo control los disidentes
opositores.
Esto resulta en una forma
de distracción que aplica el régimen, mientras Guaidó se ocupa de mantener su
posición y evitar perderla, el régimen podría estar avanzando en salidas
acordadas con el sector que ahora enfrenta dentro de la oposición a Guaidó.
¿Y el nuevo CNE?
Ante los ojos del mundo se
debe designar una nueva directiva o reemplazo de rectores del Consejo Nacional
Electoral (CNE), un proceso que la actual AN no realizó nunca. Los diputados disidentes señalan que Juan
Guaidó presidía la comisión para lograr esto hace un par de años y no se hizo.
También destacan que no hay
voluntad para hacerlo y llegar a un acuerdo que permita que haya consenso
dentro de los sectores de oposición y del régimen chavista/madurista. Toca designar una nueva directiva del CNE,
Maduro necesita quitar la mala imagen de los actuales rectores, hay que
esperar el curso que tomará esa decisión, si definitivamente lo hace la
directiva de Luis Parra, una vez estuviera fuera del desacato del TSJ o si la
directiva que lidera Guaidó, entra en las negociaciones nuevamente.
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