Tal como se va desarrollando
la actual crisis política, social y económica, el desenlace se está
configurando, se están decantando las opciones y dejando dos grandes
contrincantes, que tendrán que vérselas en poco tiempo, definir este asunto,
porque no será posible postergarlo: el hambre versus las armas.
Más de 80% de la población venezolana está sufriendo una situación general de falta de alimentos. |
El pueblo tiene hambre y el
oficialismo no tiene manera de mantenerlo más. Se acabó. Por una parte porque no
tiene recursos suficientes. Al hacer un cálculo de lo que Venezuela demanda en
divisas, para que toda la población disponga del consumo de alimentos, según se
estipula en la canasta alimentaria, se requiere una producción interna o una
importación de alimentos, de al menos 6,5 mil millones de dólares al mes. Los productores
nacionales, a duras penas pueden producir 2 mil millones de dólares al año. El gobierno
apenas tiene ingresos brutos, por la vía petrolera de 2,3 mil millones de
dólares al mes.
Lo que Pdvsa recibe, por
renta petrolera, sin descontar los costos operativos, es apenas 35,38% de lo
que este país requiere para alimentarse como es debido. Mientras tanto,
factores del gobierno intentan en vano, aliviar con una bolsa de comida, que
llega a las comunidades cada seis o cuatro meses, que hasta ahora no ha logrado
satisfacer más de 3% de las necesidades alimentarias que tiene este país. Otros
están condenados a pagar los precios de alimentos, a tasa de dólar paralelo,
sobre todo en las fronteras, situación que ha empobrecido a la población, que
pierde activos, ahorros e inversiones para dar cobertura a su sostén, una
situación que en el tiempo se hará inviable también.
Lo anterior configura el
hambre. Esa que durante tanto tiempo ha estimulado los “motines de subsistencia”,
esas protestas que en algunos círculos de opinión le han criticado de que la
gente reclama por la bolsa de comida y no por la libertad. En el último mes, se
ha visto millones de venezolanos, sobre todo en Caracas, dispuestos a batirse
contra el régimen, gente que ha perdido el miedo, gente que dejó de ser, como
también se les decía, conformistas. Gente que ya no tiene para comer, cuando
sus ingresos sólo alcanzan para 20% de lo que cuesta la poca comida que se
consigue. Es una situación que bajo el esquema de gobierno de Nicolás Maduro y
de los militares que le acompañan, no podrán revertir, sino al contrario,
empeorar cada vez más. Este es el bando hambriento y es mayoritario, 90% de la
población, quiere el fin del régimen de Maduro.
El otro bando es muy
pequeño, pero muy poderoso. Se trata del minúsculo grupo de generales, del Alto
Mando Militar y muchos jefes de guarniciones, que tienen el control de las
armas, esto último es lo que les da el poder, porque actualmente, a través de
la GNB, reprimen el descontento social que ha surgido de la crisis económica y
humanitaria que atraviesa Venezuela. El poder de fuego logra disuadir, hacer
retroceder y amedrentar, efecto que sólo dura unos días, y la gente vuelve una
y otra vez, porque las balas no quitan el hambre.
En esta crisis en que
Venezuela ha entrado, la represión no cuenta con la reacción social, que
pretenden atajar con unas bolsas adicionales de comida, que tampoco durarán
mucho tiempo.
El pueblo hambriento
coincide con los factores políticos, realizar elecciones para que con un cambio
de gobierno, por la vía pacífica, el cambio, sea en paz y estable. Pero en el
seno del chavismo, hay factores que tienen situaciones adversas con la justicia
internacional y se niegan con todo lo que pueden, que se realice algún tipo de elección
puesto que ahora le tienen miedo al voto. Lo que es contraproducente para ellos
igualmente, porque a más radicalización, menos inversión, no se consiguen
préstamos y esto ayuda a que el hambre se fortalezca, por lo tanto el
descontento social también. Precisamente factores militares, corrompidos,
coinciden con esa visión, si entregan, pierden.
El peligro que se cierne
sobre Venezuela, es que hay todas las condiciones para que una situación
sobrevenida ocurra. Entonces el hambre, que generó la violencia de “El Caracazo”
en 1989 y que era mucho menor que la que hay ahora, ha sido ampliamente
justificada en el discurso chavista, y se puede topar con las armas de quienes
se niegan a ceder, de hecho ya está ocurriendo, van casi 30 muertos en el marco
de la actual crisis terminal.
El responsable actual de
las armas es el ministro de la Defensa, Valdimir Padrino López. Del hambre, no
es posible ubicar, quien comandará esas fuerzas, porque es un enemigo que no
está organizado, no tiene una estructura y nadie sabe por dónde va a atacar, ni
en qué momento, apenas se han visto los dientes de esta feroz parte del conflicto
en puertas, en algunos barrios. Son el hambre del pueblo y las armas del
ministro, los factores decisivos en las próximas semanas. ¿Quién ganará la
batalla? Si no hay comida, el hambre no se acaba nunca, las balas se terminan y
si no hay recursos para comida, tampoco habrá para balas. / 28/04/2017
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