Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
Las sanciones prácticamente anulan el efecto de la dolarización de facto, haciendo más difícil a los venezolanos adoptar la moneda norteamericana para sus operaciones.
La crisis económica de Venezuela ha tenido un leve alivio, luego que
Nicolás Maduro sin más remedio tuvo que liberar el uso del dólar, liberar los
precios de bienes, importaciones y ahora avanza con las tasas de interés para
créditos comerciales. Todos los créditos al final tendrán el mismo destino.
La economía venezolana no reacciona
debidamente, aunque la hiperinflación ha desacelerado de manera notable, la
mayoría de los venezolanos todavía tienen grandes dificultades para cubrir el
consumo básico. La razón es que el régimen madurista tiene todavía tres
grandes problemas y quizá los más difíciles para enfrentar.
El primero es la desconfianza
El régimen de Nicolás Maduro no genera confianza y no atrae inversiones.
En principio porque en el mundo occidental su mandato es considerado ilegal o
ilegítimo, además de que existen evidencias de que controlan las instancias
judiciales y no hay independencia de poderes.
El otro factor es el enfrentamiento político interno, que no permite
que exista gobernabilidad, puesto que el Parlamento fue puesto en “desacato”. Los inversores no confían en las decisiones
del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que ha pretendido suplantar a la AN.
Lo anterior tiene como consecuencias que al no haber acuerdos y
negociaciones políticas, no se puede renegociar deuda externa, lo que aleja a
cualquier inversor de este país.
La burbuja de bolívares
El régimen se encuentra atrapado con sus bolívares. Maduro tuvo que
permitir que la banca privada asumiera la administración y gestión de divisas
en el país, porque ha quedado sancionado o fuera del sistema de transferencias
internacionales.
Una gran parte de la población, que depende de los empleos públicos,
está también atrapada en esta especie de limbo económico. Maduro sigue emitiendo dinero inorgánico, con el bolívar, para
sostener precariamente las operaciones estatales, las cuales cada vez se
colapsan más. En algunos casos han estado aplicando ajustes realistas, como
el aumento de las tarifas del gas doméstico en algunas regiones.
También se apunta al aumento de
gasolina y a pechar impuestos al gran patrimonio. Los ingresos en bolívares
que tiene la administración Maduro, se los devora la hiperinflación, lo que lo
obliga a seguir emitiendo cada día más.
Venezuela se encuentra hundida en una profunda recesión. La subida de
precios no es por alta demanda de bienes y servicios, sino porque el déficit
estatal se sigue monetizando. Aunque se ha tenido que liberar el uso de las
divisas, sin esta emisión de dinero, el Estado ya hubiese colapsado en su
totalidad, se mantiene aun a costas de la inflación que genera a los
venezolanos.
Las sanciones
En medio del enfrentamiento político, el gobierno de EEUU ha aplicado
duras sanciones a Pdvsa y a la administración Maduro, incluyendo a funcionarios
públicos. Las sanciones alejan todavía más a cualquier inversor. Cierra
cualquier posibilidad de negociación en el mundo, por lo que han tenido que
recurrir a los rusos para comercializar el petróleo, en condiciones muy
desfavorables para Venezuela.
Las sanciones prácticamente
anulan el efecto de la dolarización de facto, haciendo más difícil a los
venezolanos adoptar la moneda norteamericana para sus operaciones. A pesar
de ello, sin más remedio la dolarización es una transición existente, se hace
de manera directa o a través de las criptomonedas.
Se ha visto una recuperación de la escasez de alimentos y
medicamentos, aunque a costos internacionales, todavía muy lejos de ser
alcanzados por el común. Servicios como Internet, gas y telefonía, han entrado
ya en la espiral de los precios reales.
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