Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
Se requieren decisiones políticas de altura, acuerdos y negociaciones, porque el sector que apoya a Morales, que es vasto también, no se quedará de brazos cruzados.
Los policías y militares de Bolivia, exigieron la renuncia de Evo
Morales, luego de que se desataran protestas de parte de manifestantes que
reclamaron el fraude electoral. Morales, que quiso radicalizar su posición,
cometió un error esencial, no haber usado la política para evitar su debacle,
tenía cómo lograrlo.
Lo ocurrido en Bolivia, es consecuencia de la situación venezolana.
Así como la hiperinflación de Alemania en 1930, desató la Segunda Guerra Mundial,
la hiperinflación venezolana, golpea a todo el continente sudamericano. Los policías y militares de Bolivía se
vieron en el espejo de los venezolanos, actualmente acusados de violadores de
Derechos Humanos (DDHH), sancionados por EEUU y bajo investigación de la
Corte Penal Internacional (CPI).
Decidieron no acompañar a Evo Morales para reprimir al pueblo que
reclamó el fraude electoral y le solicitaron o sugirieron, la renuncia. Morales
terminó dimitiendo, ante los eventos violentos en las calles.
Oposición venezolana sin apoyo
El caso se ha querido comparar con lo ocurrido en Venezuela en 2013. Se
ha dicho que los bolivianos si pudieron y los venezolanos no, pero no se
exponen las circunstancias.
El contexto en que se desarrollaron las elecciones de 2013, era otro. Ese año el chavismo todavía tenía mucho
respaldo popular, el chavismo/madurismo aun disponía de un barril de petróleo
de 95 dólares, Chávez acababa de morir y en América Latina todavía
gobernaban sus aliados, tanto así que controlaban la Organización de Estados
Americanos (OEA).
Maduro recibía un país con 27 mil millones de dólares en reservas
internacionales. No había hiperinflación ni escasez. La mayoría de los
venezolanos estaban “ocupados” con los cupos de dólares de Cadivi, viajando y
comprando artículos electrónicos en el extranjero. Barack Obama, tolerante con
ese sector de izquierda era el presidente de EEUU.
El error de Capriles
El candidato por la oposición venezolana era Henrique Capriles, quien no
gozaba de respaldo de los norteamericanos. Capriles cometía un error en su discurso
para complacer las posturas “radicales”, anunciaba que “a los países chulos se
les quitaría el petróleo”, al referirse a Petrocaribe, un asunto que no gustó
en la Casa Blanca.
Al día siguiente, el jefe del
Comando Sur de entonces, el general John Kelly, decía que Capriles no ganaría
las elecciones. Obama dejó todo en manos de Brasil y en ese país al Foro de
San Pablo. Capriles no tuvo el respaldo internacional que actualmente tiene la oposición
de Bolivia, pero que tal coalición se ha formado, gracias a la crisis de
Venezuela.
En Bolivia hubo presión
internacional, hubo monitoreo que fue vinculante. La famosa marcha que
reclaman a Capriles al CNE, hubiese sido una masacre más y el mundo hubiese condenado
a la oposición venezolana nuevamente de “golpista”. Pero todo ese proceso sumó
para desmontar el alcance del chavismo fuera de Venezuela, se cambió la OEA,
cayeron Argentina, Ecuador, Chile, Brasil, el Caribe se dividió, hubo cambios.
Es la crisis venezolana el precedente que ha producido cambios en
Latinoamérica.
El apoyo militar
Sobre el apoyo de militares, no es del todo cierto que en Venezuela
los militares no han apoyado. En 2015, dos años después y con el caos económico
que desata Maduro, la oposición gana la mayoría absoluta de la Asamblea
Nacional con una enorme cantidad de votos. La
noche del 6D de ese año, Maduro y Cabello se negaban a reconocer los
resultados.
Fueron obligados por 65% de los
militares, en la voz del general Vladimir Padrino, a reconocer la derrota. Las
diferencias internas en el chavismo militar, fueron circunstancias que
permitieron que Diosdado Cabello perdiera el control de la AN. La oposición política no hizo la
correspondiente lectura y no echó lazos con el sector militar que se negaba a
aceptar a Cabello otra vez al frente del Parlamento y menos de manera
fraudulenta.
Al contrario, desde la AN, se vilipendió de manera generalizada a los
militares, quienes han cerrado filas nuevamente en torno a su postura chavista,
en la mayoría de los casos.
Oposición dividida
En Bolivia se desarrollan los hechos. El sector opositor que empujó la
renuncia de Morales, tiene los mismos problemas que la oposición venezolana. Están
divididos. Hay un grupo reaccionario y otro grupo progresista.
El candidato opositor, Carlos
Mesa, hace llamados de “unidad” y tiene días pidiendo que no se ataque a los
senadores y diputados masistas, para poder instalar el Congreso y debatir
la renuncia de Evo Morales, de ese modo poder formar un gobierno de transición
con legalidad.
Pero los otros sectores, han
desatado una ola de persecución, allanamientos y en las calles hay
enfrentamientos violentos entre opositores y masistas, que incluye el
saqueo e incendio de residencias y propiedades de políticos de ambos bandos,
abriendo más las grietas de esta crisis.
Luego de la renuncia de Morales, no se ha podido formar gobierno, por
lo tanto los militares y policías han tenido que tomar la decisión de
establecer un estado de sitio, que podría desencadenar situaciones de represión
más violentas.
Solución política y negociada
En la línea de sucesión, la segunda vicepresidenta del Senado,
Jeannine Añez, tendría que asumir la presidencia encargada, para convocar
elecciones, pero este paso requiere de un debate con la mayoría masista que
domina a la Asamblea Nacional.
Se requieren decisiones
políticas de altura, acuerdos y negociaciones, porque el sector que apoya a
Morales, que es vasto también, no se quedará de brazos cruzados, al menos
así se ha visto en las calles. Si el Parlamento no llega a un acuerdo, Bolivia
entrará en un limbo, peligroso y difícil de sostener, de consecuencias graves
para la estabilidad de la región.
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