Suponiendo que el régimen
logre evitar el referendo revocatorio en 2016, según lo dicen los voceros
radicales del PSUV que empujan en ese sentido, así como asienten los voceros
anti-MUD, en sorprendente coincidencia con el ala radical chavomadurista, ni
siquiera la maquiavélica y brillante mente de Jorge Rodríguez, o la estratégica
visión de Diosdado Cabello, son capaces de proyectar o imaginar, la
catastrófica situación, de un verdadero Apocalipsis económico, social, político
e internacional, en que entraría Venezuela en 2017, con una barrida sin
precedentes de prácticamente todos los sectores, públicos y privados, además de
un brote de innumerables e incontenibles revueltas populares, que obligaría a
los militares a tomar decisiones definitivas. Veamos.
Si el RR no se hace en 2016, la situación económica será muy grave, lo que indudablemente reactivará los motines de sobrevivencia nuevamente en el país |
Ruina total
Para finales de noviembre
de este año, el régimen habría quedado prácticamente en la ruina, al igual que
todo el país, luego de pagar los bonos de deuda con vencimiento hasta ese mes. El
Ejecutivo, que controla al Banco Central de Venezuela (BCV), de manera directa,
quedaría con apenas recursos para sostener precariamente algunos gastos de
diciembre y enero del año próximo.
Esto sin caer aun en impago
de deuda, que está previsto, para abril de 2017. Sería imposible para Maduro,
mantener los CLAP para entonces, agregando nuevamente explosividad, molestia y
nuevos brotes de amotinamientos por hambrientos, la vuelta de los motines del
hambre.
Entrando en diciembre y
ahora con la modalidad de que el régimen se auto aprueba el Presupuesto
Nacional, prácticamente sin reservas internacionales, el bolívar sólo quedaría
respaldado, con la verborrea de Maduro, nada más.
El régimen sin dinero,
buscaría aliviar de nuevo, con un fuerte aumento de gasolina. Se trata de la
última cuenta en que hay dinero y que le produce todavía grandes pérdidas al
gobierno. El Ejecutivo sin más remedio, aplicaría un fortísimo ajuste, en
función de una buena proporción de los precios internacionales. Otra cuenta que
le aportaría dinero, sería la de devaluar con fuerza el bolívar en el mercado
oficial, o producir una reforma monetaria, como parte del proceso de
dolarización que de facto viene aplicando por partes. Lo anterior implica que
los meses de enero, febrero y marzo, serían sumamente inestables, de mucha
reacción social, el régimen no tendría forma de evitarlo y buscará apoyarse en
la represión masiva, con los militares y policías, medidas como las anteriores,
serían la “tapa” de la crisis.
Cae la banca
A la par de lo anterior,
luego que ha fracasado la propuesta de canje de bonos de la deuda de Pdvsa, y
que envía señales claras al mercado del inevitable impago en abril de 2017, la
crisis habría llegado ya al último sector que hasta ahora había estado al
margen: la banca venezolana.
Los bancos venezolanos,
públicos y privados, vienen atravesando una situación dura, debido a que la
cartera de créditos, su negocio principal, ha dejado de crecer en términos
reales, es decir, crece a menor velocidad que la inflación, lo que la ha
disminuido y eso significa pérdidas para los bancos, además siguen atados de
manos con tasas de interés controladas, que no pueden elevar. Aparte, los
costos operativos de los bancos, siguen en alza. Cuando el difunto Hugo Chávez
fue presidente, obligó a los banqueros a invertir fuertemente en los bonos de
deuda que emitía, por lo que hoy la banca, con una buena posición e inversiones
de títulos venezolanos, los cuales están muy bajos, suma pérdidas en sus
balances y se mantiene el riesgo, que en abril de 2017, sientan el impacto del
impago de deuda al que se dirigen Venezuela y Pdvsa. Se agrega, que los bancos
venezolanos, están parados sobre montañas de bolívares, de altísima liquidez,
bolívares, que a partir de noviembre, sólo serán respaldados, como se dijo, por
la verborrea de Maduro. La primera sacudida del impago de deuda de 2017, la
recibirían los bancos venezolanos. Junto a estos, inversores, fondos de
pensión, cajas de ahorro y demás instituciones públicas que tengan posiciones
en los títulos de Venezuela y Pdvsa que no se puedan pagar en 2017.
Y es que se debe tener
claro, que un gobierno del PSUV, dirigido por los radicales en 2017, en caso
que el RR se haga el otro año y quede uno de estos como vicepresidente, no
tendrá confianza, ni respaldo de inversores internacionales, ahora menos, luego
de la “torta” que han puesto con lo del presupuesto nacional.
La tribulación
Entre enero y marzo del año
próximo, el régimen quedaría en catastrófica situación. La escasez de alimentos
subiría de nuevo y a gran velocidad, porque con la debacle del bolívar, los
precios de la comida que se trae de los países vecinos, subirían muchísimo,
actualmente 70% de la población no puede pagarlos, lo que echa por tierra “el
paño de agua caliente” que puso el sector militar que conduce Padrino López,
para evitar la masacre de los pasados meses de junio y julio, cuando al menos
1.500 motines por hambre plagaron el país y que fueron parados con la apertura
de fronteras y liberación de precios.
Con un país con gravísimos
problemas de orden público, una hambruna en pleno desarrollo, el impacto del
precio de los combustibles, un gobierno incapaz de responder a ningún sector,
atrapado en la misma crisis, debido a la pérdida de la disciplina fiscal, el
orden de la política monetaria y dedicado sólo a que no lo tumben, llegaría a
abril de 2017 con la peor situación: el impago de deuda.
El impago de deuda
extendería la crisis allende las fronteras, con un impacto en bancos y bolsas,
relacionadas con las cotizaciones de los bonos venezolanos, una situación que involucraría
a la comunidad internacional, demandas y reclamos de inversores, activación de
embargos y confiscación de activos venezolanos. Uno de los impactos más fuertes
en la región, es que de inmediato Petrocaribe se paraliza, creando problemas en
los países beneficiarios, impactando cotizaciones y bolsas, en medio de una
situación económica global con amenaza de recesión, que indudablemente logrará
llamar la atención de importantes autoridades en el mundo, para evitar o enfrentar
posibles contagios en los mercados que desaten ventas masivas de acciones,
monedas o cualquier otra forma de inversión conectada con los bonos venezolanos
y de Pdvsa, de manera directa o indirecta.
El bloqueo internacional
sería demoledor. Venezuela quedaría en vulnerabilidad para producir gasolina
internamente, ya que quedaría imposibilitada de vender petróleo y/o comprar
componentes para fabricar carburante, usando a Citgo como lo hace hoy día, porque los inversores y acreedores buscarán cobrar sus bonos sobre cualquier
activo embargable. Esto no sólo dejaría al país desabastecido de combustibles,
con la banca quebrada totalmente, un país sin posibilidades de producir e
importar alimentos, sino sin gasolina y el poco que logre, tendría que venderse
a precios internacionales.
Lo anterior indudablemente
lanzará a los venezolanos a las calles, masivamente, los fuerzas militares y
policiales, compuestas de ciudadanos, también afectados con tales hechos,
tendrían que nuevamente decidir, si masacran al pueblo o de una vez por toda
colaboran en implementar el cambio político que actualmente los venezolanos
buscan por la vía pacífica del referendo revocatorio.
Sería una verdadera
tragedia, de consecuencias insospechadas, que tendría responsabilidad directa
sobre los actuales dirigentes radicales del PSUV, los del CNE, todos los
miembros del TSJ y los factores políticos que se niegan a contarse. El factor
radical, que podría apostar a una lamentable situación como la proyectada, no
tiene posibilidad alguna, en medio de una locura colectiva, desatada por la
ira, frustración y la crisis humanitaria, de sostenerse en el poder, en
búsqueda de la impunidad que claman actualmente y que no les termina de llegar.
El final del régimen, puede ser por las buenas, con el referendo en 2016, o por
la terrorífica situación prevista, para 2017, si insisten en no permitir que el
venezolano se exprese democráticamente, como lo ha decidido hasta ahora.
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