La moneda nacional no sirve como reserva de valor, no sirve para
ahorrar y ahora no se consigue de manera física, ni siquiera para pagar pasajes
en autobuses, por lo que ha perdido todas sus funciones como dinero, lo último
era perder su función como medio de pago
Por Alex
Vallenilla / @alexvallenilla
La semana pasada se reportaba en los portales que publican el precio
del dólar en Venezuela, una caída importante desde los 263 mil bolívares a 224
mil bolívares. Una caída inusual, luego que el dólar mantiene una tendencia
alcista sin detenerse, en vista de la incertidumbre política, económica y
social que sufre Venezuela, en medio de un proceso de colapso general en pleno desarrollo.
La caída del valor del dólar se dio por dos razones fundamentales. Los más de
cuatro millones de venezolanos que se encuentran en el extranjero, han
comenzado a enviar dinero a sus familiares a través de las remesas, se hace de
forma digital, con transferencias y en algunos casos de forma física, para
quienes están muy cerca en las fronteras y la demanda interna casi nadie puede
cubrirla con los ingresos que tiene.
El monto estimado de las remesas, al calcular un promedio de 500 a 375
dólares al año por emigrante, permite determinar que la cantidad general de
estos envíos de dinero suma al menos entre unos 2,25 mil millones de dólares a
1,70 mil millones de dólares al año. Operaciones a las que el gobierno quiere
establecer controles para hacerse de ese ingreso, por lo que ha dispuesto de la
reactivación del sistema Dicom, que la semana pasada arrojó una variación de
precios al alza del dólar oficial que pasó de su última tasa entre 4.500
bolívares a más de 31 mil bolívares, siendo una depreciación del bolívar contra
el dólar de 588,88%. Hay que recordar que previo a esto el Ejecutivo eliminó la
tasa del dólar Dipro que estaba en 10 bolívares, que beneficiaba a un minúsculo
grupo de empresas ligadas al oficialismo.
El envío de dinero de los venezolanos en el extranjero comienza a dominar
el mercado de intercambio. A través de redes sociales y anuncios de familiares
se producen las ofertas. La mayoría ofrece desde 20 dólares a 100 y 150, lo que
representa ingresos de unos 23,3 millones de bolívares para quienes reciben los
pagos, cuando ofrecen 100. Se trata de un mercado particular, que ha nacido
producto de la necesidad de la población de cubrir los altísimos precios de
alimentos, insumos médicos, medicinas, equipos, productos electrónicos, ropa.
Se ha vuelto común en las regiones del interior ver operaciones de
intercambio directamente con dólares, comerciantes que reciben pesos
colombianos, dólares trinitarios, reales brasileños y dólares, en vez de
bolívares y un aumento de las personas que usan las monedas extranjeras en vez
del signo monetario nacional. El fenómeno responde a que por un lado el bolívar
venezolano ha fallado o perdido todas las características que tiene el dinero. Se
trata de un proceso que viene desde años anteriores. En la edición número 2.051
de la revista ZETA de fecha 27-05-2016, en este mismo espacio se publicaba el
inicio del proceso del fin del bolívar. Todo comenzó cuando las personas
comenzaron a crear grupos de “trueque” en redes sociales, una vez que
comenzaron a notar que no valía la pena disponer del bolívar como medio de
pago, sino usar los mismos rubros que se lograban obtener: “En las redes sociales ha surgido un fenómeno, en que el intercambio de
rubros de primera necesidad, que son escasos por tener precios regulados, ha
producido una forma de comercio, en que el medio de pago ha dejado de ser el
bolívar, sino rubros igualmente. Es el “trueque”, que consiste en cambiar
productos como detergentes, por jabones, crema dental, papel higiénico, pañales
y la joya de los cambios, la leche en polvo, entre otros.
Facebook, con la opción de la
creación de “grupos”, permite que una persona interesada en formar parte de la
red, solicite su adhesión a una de estas comunidades y una vez sea aceptada por
los administradores del sitio, en que convergen cientos de miles de personas, proceda
a realizar ofertas o a implementar intercambios con quienes ofrecen o demandan
productos.”
El fallo del bolívar es tal, que el oficialismo, que se propone a
lanzar una criptomoneda, en su primera emisión, prevista para el 25 de febrero,
no aceptará operaciones en moneda nacional, sino en dólares o con otras
criptomonedas que se cotizan en los mercados internacionales.
El bolívar ha perdido todas sus funciones como dinero. En la edición
2.047 de fecha 29-04-2016, también en ZETA, se advertía, que lo último que
ocurriría sería que el ícono monetario venezolano perdiera también sus
funciones como medio de pago: “Fin del bolívar Todo ese proceso tiene
una última fase, según el criterio del experto es que vendrá la estabilización
monetaria finalmente, y ha ocurrido en todas las hiperinflaciones conocidas
hasta ahora. Fernández dice que puede ocurrir por cambios que el gobierno
introduce o porque la población rechaza seguir usando la moneda actual y la
sustituye. (...) Explica que en la teoría económica, la Ley de Thiers, indica
que el dinero bueno, saca el dinero malo de la circulación, y que es
inevitable, porque la población comienza a repudiar la moneda que no le sirve.
Se ve en que ya el bolívar no es
usado como moneda de reserva de valor, ni de ahorro, hasta ahora se usa como
medio de pago, pero el analista señala que no queda mucho tiempo en que también
pierda tal función, debido a que a diario aparecen nuevos métodos de
intercambio, como el trueque de ciudadanos con productos básicos. Fernández
dice que el dólar es el que más se usa en Venezuela, por lo que podría ser la
moneda sucesora del bolívar. Ya en el país, el mismo gobierno ha introducido
operaciones en divisas, con carros, turismo, tasas estatales, entre otras. El
sistema monetario del venezolano depende de dos situaciones, la primera es que
el gobierno reduzca el gasto público y haga una reforma monetaria, la segunda
es que se pierda el bolívar y se adopte el dólar, asegura que si no hacen la
primera, lo segundo será ineludible.”
En la práctica, la dinámica actual demuestra que ya el uso del bolívar
es casi imposible de lograr. Por lo menos con el dinero efectivo o físico. En
los bancos venezolanos no se logra conseguir más de cinco centavos de dólar
como forma de retiro diario, escasamente unos 10 mil bolívares, para ello debe
hacerse colas de hasta dos y tres horas en cada agencia bancaria para lograr
esa minúscula cantidad de dinero, que no permite cubrir ni siquiera el costo de
un café con leche. En algunas regiones para el transporte interurbano, no
alcanza ni siquiera para pagar el pasaje de ida, todavía en algunas capitales
sólo podría pagar. Una ciudadana luego de pasar dos horas para retirar los 10
mil bolívares, al salir del banco debió pagar en efectivo nueve mil bolívares
de estacionamiento. Para pagar una bombona de gas, exigen pagos en efectivo, lo
que implica ir todos los días al banco a retirar dinero por una semana, hay
ocasiones que los bancos no tienen. El sistema electrónico de pagos usando
tarjetas de débito, encarece los productos, en los mercados quien pague con
efectivo logra mejores precios que quienes paguen con dinero electrónico. Con
el bolívar no se puede ahorrar, no se puede usar como reserva de valor y ahora
no se puede comprar prácticamente mucho, se trata del final de esta moneda y
del paso a un proceso de dolarización que los ciudadanos están produciendo y
que el Estado, ahora débil en las finanzas, buscará la forma de beneficiarse,
regulando o arbitrando las operaciones que pueda. ZETA / 09/02/2018