Comienza a ocurrir que el papel moneda que circula, lo está determinando el mercado y ya no los burócratas del BCV.
Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
Se podría pensar que las sanciones económicas aplicadas por Estados
Unidos contra el Banco Central de Venezuela (BCV), tiene efectos
contraproducentes en el régimen de Nicolás Maduro, que en el fondo los hay,
debido a que el madurismo está aislado del sistema de pagos internacional.
Una de las funciones del BCV,
que tiene que ver con la administración de divisas y la política monetaria en
función de la moneda local, contra las monedas extranjeras, se ha perdido,
lo que prácticamente ha dejado a Venezuela sin una institución esencial
funcionando, por lo que en la práctica, para efectos de movimiento de dinero
extranjero, este país no tiene ente monetario.
Todavía el BCV ejerce influencia sobre la economía venezolana, porque aun incide en el uso del bolívar,
una moneda que cada día que pasa va perdiendo terreno, sobre todo en las
regiones del interior del país.
El bolívar ha sido destruido, sus funciones como dinero se han perdido
casi en su totalidad. No funciona para ahorrar, ni como reserva de valor y
tiene grandes defectos como medio de pago.
Al contrario, en Venezuela está ocurriendo un fenómeno que es particular,
en medio de la hiperinflación, los
ciudadanos utilizan medios de pago propios, como el intercambio, las divisas y
las criptomonedas. Mientas el madurismo se queda atrapado con los
bolívares, maniatado.
Bancos centrales irresponsables
Todavía los bancos venezolanos se rigen por normas del BCV, pero esto podría comenzar a cambiar pronto, una
vez la dinámica que ha iniciado comience a tomar vida propia. La dolarización,
que ocurre porque la divisa más usada es el dólar, comienza a imponer su pauta
en las relaciones de intercambio de los venezolanos.
Se marcha hacia una situación
similar a la de Panamá. Pero no respecto a la invasión militar, sino en lo
financiero. El istmo no tiene banco central y el hecho de no poseer un ente
que implemente políticas monetarias, ha permitido que la economía de ese país
sea estable.
Los bancos centrales como el de Venezuela, que actúan de manera
irresponsable, inflando la masa monetaria, como ha pasado con el bolívar, crean
distorsiones. Panamá ha ocupado el
primer o segundo lugar en el mundo en el índice del Instituto Fraser, en la
categoría de Fortaleza Monetaria, según el Instituto Cato.
El régimen de Maduro ha
permitido en Venezuela el libre uso del dólar y en las calles, en el comercio,
sólo se habla de dólares en el intercambio. A diferencia de Estados Unidos,
en Venezuela tocará generar divisas a partir del trabajo, distinto a Estados
Unidos, donde las divisas se emiten por la reserva Federal.
Es lo mismo que ocurre en
Panamá, que con 20 años sin un banco central tiene un promedio de inflación de
1% al año.
Aunque en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el
papel moneda de uso forzoso es el bolívar, las normas de uso de moneda
extranjera han cambiado en la práctica. Comienza
a ocurrir que el papel moneda que circula, lo está determinando el mercado y ya
no los burócratas del BCV.
Cambios obligados
Actualmente los bancos venezolanos están atados de mano con una medida
de encaje legal, respecto a los bolívares, que no les permite aumentar la
cartera de créditos en moneda local. Al mismo tiempo en el Convenio Cambiario
Nro 01 del 20 de agosto de 2018, el BCV
ha permitido que los bancos venezolanos abran cuentas en divisas a sus
clientes, dejando de ser exclusivo el cambio de moneda por parte del ente
monetario.
El BCV ha dejado de ser un “prestamista de última instancia”, por lo
menos con el sector bancario, aunque sigue emitiendo bolívares que financian a
Pdvsa y al Estado, por lo que la hiperinflación, aunque comienza a desacelerar,
persiste.
Los bancos están obligados a
actuar ahora de manera responsable, sobre todo en el manejo de las divisas, hay
en ese sentido una especie de apertura de los bancos venezolanos, los
cuales, que tienen corresponsales en el extranjero, tienen la ventaja sobre sus
competidores.
Esto es la base para que los bancos internacionales próximamente
quieran establecerse en Venezuela, una vez superado el escollo político actual.
Hasta ahora, el sector cambiario, que carece de una alta oferta,
porque todavía la población y el sector empresarial no confían en el actual
régimen, se maneja de manera privada y esto terminará siendo beneficioso para
el mercado y será una de las bases de la estabilización.
El giro
El régimen de Maduro trabaja en el ente tributario para implementar
impuestos en divisas, la Sudeban está orientada para establecer mecanismos de
pago con moneda extranjera, lo que requerirá de adecuación tecnológica y
regirse por normativas internacionales, superando así los efectos de un banco
central, cuya crisis ha dejado obsoleto.
La macroeconomía panameña es la única que no ha sufrido los efectos de
colapsos financieros, señala el Instituto Cato.
El sistema financiero de Panamá, con una alta competencia, evita que haya
cartelización, no pueden confabular sus tasas de interés bajo la guía de un
banco central.
De este modo, las sanciones de Washington contra el BCV, al final
podría traducirse en un giro, en parte de la reforma que el régimen de Maduro
ha tenido que emprender para evitar su colapso total, como la liberación de
precios de bienes y servicios, la despenalización del uso de divisas, la liberación
de importaciones, una reforma tributaria en camino, y la austeridad que
significan el encaje legal, y el no aumento de salario mínimo, así como de las
pensiones.
LIBERALES Y KEYNESIANOS |
Grandes contradicciones se están viviendo en Venezuela, en medio de la
crisis política, el régimen de Maduro trata de sobrevivir en medio del caos,
con medidas liberales, mientras los factores de oposición que aspiran cambiar
al gobierno, proponen que para rescatar la economía venezolana se requerirá el
endeudamiento internacional, así como un programa de gasto público y la independencia
del banco central, es decir, mantener medidas keynesianas.
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