Qué pasó en Panamá que le podría ocurrir a Venezuela ~ En Efectivo

19 jun 2019

Qué pasó en Panamá que le podría ocurrir a Venezuela

Comienza a ocurrir que el papel moneda que circula, lo está determinando el mercado y ya no los burócratas del BCV.


Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla

Se podría pensar que las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos contra el Banco Central de Venezuela (BCV), tiene efectos contraproducentes en el régimen de Nicolás Maduro, que en el fondo los hay, debido a que el madurismo está aislado del sistema de pagos internacional.


Una de las funciones del BCV, que tiene que ver con la administración de divisas y la política monetaria en función de la moneda local, contra las monedas extranjeras, se ha perdido, lo que prácticamente ha dejado a Venezuela sin una institución esencial funcionando, por lo que en la práctica, para efectos de movimiento de dinero extranjero, este país no tiene ente monetario.

Todavía el BCV ejerce influencia sobre la economía venezolana, porque aun incide en el uso del bolívar, una moneda que cada día que pasa va perdiendo terreno, sobre todo en las regiones del interior del país.

El bolívar ha sido destruido, sus funciones como dinero se han perdido casi en su totalidad. No funciona para ahorrar, ni como reserva de valor y tiene grandes defectos como medio de pago.

Al contrario, en Venezuela está ocurriendo un fenómeno que es particular, en medio de la hiperinflación, los ciudadanos utilizan medios de pago propios, como el intercambio, las divisas y las criptomonedas. Mientas el madurismo se queda atrapado con los bolívares, maniatado.


Bancos centrales irresponsables

Todavía los bancos venezolanos se rigen por normas del BCV, pero esto podría comenzar a cambiar pronto, una vez la dinámica que ha iniciado comience a tomar vida propia. La dolarización, que ocurre porque la divisa más usada es el dólar, comienza a imponer su pauta en las relaciones de intercambio de los venezolanos.

Se marcha hacia una situación similar a la de Panamá. Pero no respecto a la invasión militar, sino en lo financiero. El istmo no tiene banco central y el hecho de no poseer un ente que implemente políticas monetarias, ha permitido que la economía de ese país sea estable.

Los bancos centrales como el de Venezuela, que actúan de manera irresponsable, inflando la masa monetaria, como ha pasado con el bolívar, crean distorsiones. Panamá ha ocupado el primer o segundo lugar en el mundo en el índice del Instituto Fraser, en la categoría de Fortaleza Monetaria, según el Instituto Cato.


El régimen de Maduro ha permitido en Venezuela el libre uso del dólar y en las calles, en el comercio, sólo se habla de dólares en el intercambio. A diferencia de Estados Unidos, en Venezuela tocará generar divisas a partir del trabajo, distinto a Estados Unidos, donde las divisas se emiten por la reserva Federal.

Es lo mismo que ocurre en Panamá, que con 20 años sin un banco central tiene un promedio de inflación de 1% al año.

Aunque en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el papel moneda de uso forzoso es el bolívar, las normas de uso de moneda extranjera han cambiado en la práctica. Comienza a ocurrir que el papel moneda que circula, lo está determinando el mercado y ya no los burócratas del BCV.

Cambios obligados

Actualmente los bancos venezolanos están atados de mano con una medida de encaje legal, respecto a los bolívares, que no les permite aumentar la cartera de créditos en moneda local. Al mismo tiempo en el Convenio Cambiario Nro 01 del 20 de agosto de 2018, el BCV ha permitido que los bancos venezolanos abran cuentas en divisas a sus clientes, dejando de ser exclusivo el cambio de moneda por parte del ente monetario.


El BCV ha dejado de ser un “prestamista de última instancia”, por lo menos con el sector bancario, aunque sigue emitiendo bolívares que financian a Pdvsa y al Estado, por lo que la hiperinflación, aunque comienza a desacelerar, persiste.

Los bancos están obligados a actuar ahora de manera responsable, sobre todo en el manejo de las divisas, hay en ese sentido una especie de apertura de los bancos venezolanos, los cuales, que tienen corresponsales en el extranjero, tienen la ventaja sobre sus competidores.

Esto es la base para que los bancos internacionales próximamente quieran establecerse en Venezuela, una vez superado el escollo político actual.

Hasta ahora, el sector cambiario, que carece de una alta oferta, porque todavía la población y el sector empresarial no confían en el actual régimen, se maneja de manera privada y esto terminará siendo beneficioso para el mercado y será una de las bases de la estabilización.

El giro

El régimen de Maduro trabaja en el ente tributario para implementar impuestos en divisas, la Sudeban está orientada para establecer mecanismos de pago con moneda extranjera, lo que requerirá de adecuación tecnológica y regirse por normativas internacionales, superando así los efectos de un banco central, cuya crisis ha dejado obsoleto.


La macroeconomía panameña es la única que no ha sufrido los efectos de colapsos financieros, señala el Instituto Cato. El sistema financiero de Panamá, con una alta competencia, evita que haya cartelización, no pueden confabular sus tasas de interés bajo la guía de un banco central.

De este modo, las sanciones de Washington contra el BCV, al final podría traducirse en un giro, en parte de la reforma que el régimen de Maduro ha tenido que emprender para evitar su colapso total, como la liberación de precios de bienes y servicios, la despenalización del uso de divisas, la liberación de importaciones, una reforma tributaria en camino, y la austeridad que significan el encaje legal, y el no aumento de salario mínimo, así como de las pensiones.

LIBERALES Y KEYNESIANOS
Grandes contradicciones se están viviendo en Venezuela, en medio de la crisis política, el régimen de Maduro trata de sobrevivir en medio del caos, con medidas liberales, mientras los factores de oposición que aspiran cambiar al gobierno, proponen que para rescatar la economía venezolana se requerirá el endeudamiento internacional, así como un programa de gasto público y la independencia del banco central, es decir, mantener medidas keynesianas.

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