Con un sistema eléctrico que se derrumba, las petroleras aliadas de Maduro no podrán recuperar la producción petrolera
El colapso general de Venezuela sigue su curso. La élite gobernante
también está siendo arrastrada en el hundimiento de toda la nación. Junto al
madurismo, quienes apostaron por este, también sufren los efectos y es que
Rusia y China ya tienen enormes pérdidas por haber apoyado a Maduro.
Luego del reciente apagón que duró más de cinco días en diversas
regiones, las empresas rusas y chinas que hacían alarde de tener bajo su
control activos venezolanos, ahora se enfrentan a una dura realidad. El colapso
energético no les permitirá mantenerse en operaciones en el tiempo en
Venezuela.
La industria petrolera está también en pleno colapso, las refinerías
están en capacidad de menos de 20%, la producción de petróleo sigue cayendo y
muchas de las plantas dependen del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), el cual ya
no funciona en óptimas condiciones.
Para China y Rusia, a través de sus compañías petroleras, CNCP, Rosneft y otras, es imposible poder revertir la caída de producción
de petróleo, y ahora tienen una situación más hostil y son las sanciones que
Estados Unidos aplica a Pdvsa, país que compraba al menos poco más de un millón
de barriles diarios de crudo extrapesado, años atrás.
Aunque Maduro ha logrado vender ahora crudo a India, algunas compañías
de ese país también comienzan a rechazar negociaciones porque se exponen a
sanciones de Estados Unidos. Otro factor es que el precio en esos mercados es
menos favorable para las operaciones desde Venezuela, por los costos del
transporte.
Es cuestión de tiempo para que las petroleras de Rusia y China tomen
decisiones trascendentales en su relación con Venezuela, de continuar apoyando
a un régimen que se derrumba en un colapso general y que viene aplicando
medidas económicas erróneas, en materia de uso de monedas extranjeras en
Venezuela, pero sin motorizar la confianza en inversiones para aumentar la
producción interna, extenderán sus pérdidas.
La gasolina
La producción y consumo de combustible ha decaído en casi 40% en los
últimos años. El subsidio de la gasolina ha destruido la capacidad de
refinación de la industria petrolera venezolana, así como la manutención de al
menos 20% de la generación de electricidad en termoeléctricas.
El año pasado, Rosneft propuso invertir unos 3,5 mil millones de
dólares en la refinería de Amuay para recuperar la producción de gasolina, a
cambio exigió a Maduro que debía llevar la gasolina a tasa internacional, por
lo que el sector del chavismo radical que controla el contrabando de
combustible hacia Colombia reaccionó amenazando a Maduro con un drone explosivo
en una parada militar.
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