Qué significa que Ricardo Hausmann esté en el gobierno de Juan Guaidó ~ En Efectivo

5 mar 2019

Qué significa que Ricardo Hausmann esté en el gobierno de Juan Guaidó

La designación del economista académico de Harvard y uno de los que diseñó el plan económico de CAP en 1989, ha levantado todo tipo de comentarios dentro y fuera de Venezuela


Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla

Las medidas económicas de Carlos Andrés Pérez (CAP) en 1989, señaladas como medidas “neoliberales” por algunos sectores políticos de izquierda, pudieron ser el detonante de la rebelión social del 27 y 28 de febrero de ese año, aunque eso no fue esencialmente lo que encendió la mecha de ese barril de pólvora.

Economista Ricardo Hausmann

El segundo mandato de Pérez, intentaba divorciarse del estatismo de la década de los 70’, cuando Pérez fue presidente por primera vez y gracias a un “boom” petrolero por la guerra entre Irak e Irán, el ingreso de dólares fue grande, en ese entonces, CAP también sucumbió al endeudamiento, al que luego siguió Luis Herrera Campins.

Venezuela altamente endeudada, vuelve a perder los enormes ingresos petroleros y le toca a Herrera Campins devaluar el bolívar, desde entonces se entró en el ciclo que todavía padecen los venezolanos.

El plan

Con CAP estuvo el economista Ricardo Hausmann, ahora asesor de Juan Guaidó, designado por este como gobernador por Venezuela ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Hausmann fue parte de los que diseñaron las medidas que Pérez buscó implementar para que Venezuela saliera del estatismo o por lo menos la economía venezolana dejara de depender en gran medida de la renta petrolera. Todo terminó en un rotundo fracaso, que trajo entonces a Hugo Chávez a la escena política.

Hasta ahora las discusiones sobre los temas ideológicos en la economía siguen. En Venezuela hay un trasnocho sobre este asunto, izquierdistas y liberales se acusan mutuamente.

¿Qué pasó?

No se puede señalar directamente las medidas económicas de Pérez, que en el orden económico desde el punto de vista liberal eran correctas. Es infantil juzgar a un académico o técnico como Hausmann, por la mala gestión de los políticos, en ese caso.

El problema fue político, porque la gestión fue la que falló. Desde la década de los 40’, el “boom” petrolero hizo que Venezuela creciera, tuviera escuelas, hospitales, carreteras y una economía bastante estable, gracias al petróleo y en ello tiene que ver, que las compañías petroleras comenzaron a pagar regalías, impuestos y manejar concesiones, fue lo que dio recursos al Estado para producir la modernización que se alcanzó.

El Caracazo, 1989

El paquete de medidas económicas fue implementado de un día para otro. Una serie de anuncios que de la noche a la mañana cambiaron la economía de un país, es decir, Pérez y su equipo pretendieron transformar una sociedad estatista, a una liberal, en un solo decreto. La reacción social era previsible para entonces.

Sin entrar en detalles, El Caracazo también fue preparado. Fidel Castro aun tenía células pro comunistas en los barrios caraqueños, la agitación social tras los anuncios de CAP, fueron ingredientes para el cóctel explosivo que hizo que los sueños liberales y el libre mercado, terminaran frustrados.

Hugo Chávez tras fracasar con el intento de golpe de Estado en 1992

 Esa rebelión social anticipó los intentos de golpe de estado de Hugo Chávez. Rafael Caldera asume el nuevo gobierno, con la bandera progresista, a pesar de haber sido un conservador, notándose en esto los cambios bruscos en la política venezolana. Caldera finalmente no pudo enderezar la crisis y una quiebra masiva de bancos empeoró todo, lo que abrió las puertas al chavismo para que llegara al poder.

Hausmann y Juan Guaidó

Pasados 20 años y con una crisis económica peor, ahora con la industria petrolera destruida, Venezuela tiene una economía cruda, dura y despiadada. El chavismo extrapoló el estatismo, en su absurda ortodoxia, pasó las fronteras del socialismo propuesto y terminó convertido en un antro fascista, que ha arrasado con el Estado, los ciudadanos, las empresas, con todo.

30 años después, Juan Guaidó, nuevo presidente del Parlamento, del partido político Voluntad Popular (VP), fundado por Leopoldo López, asume la presidencia de la República, alegando que Nicolás Maduro es un presidente que usurpa el poder. En el marco de una de las crisis políticas más extrañas que se haya vivido en Latinoamérica, Guaidó designa funcionarios, a pesar que en Miraflores sigue Nicolás Maduro, un sucesor de Hugo Chávez, ahora muerto.



Guaidó trae a la escena política de nuevo a Ricardo Hausmann.

Sobre el economista se tejen muchas versiones. Hay sectores que le admiran por ser de Harvard, por haber sido crítico de la política económica de Nicolás Maduro, otros reclaman que por ser uno de los que creó el plan de Pérez, es uno de los responsables, sobre todo de sectores de izquierda. Algunos de visión liberal dicen que Hausmann es keynesiano, es decir, comparte la visión de la participación estatista en la economía.

El chavismo, que usa “El Caracazo” como bandera política, obviamente critica a este economista, pero manipula al tildarlo de derechista, incluso Maduro ofreció encarcelarlo.

Pero este economista, de prestigio académico, para los tiempos que se vive, es un clásico. En un mundo en que hay una revolución 4.0, su visión puede señalarse de clásica, puesto que se rige por las políticas de los bancos centrales, entes que emiten deuda, dinero y mantienen tasas de interés artificiales y han metido al mundo en una gigantesca burbuja de endeudamiento global.

No a la banca privada

Hausmann ha dicho que Venezuela debe acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI), para obtener créditos, una vez que la democracia o el orden constitucional hayan sido restituidos. Ricardo Hausmann es un duro crítico de los llamados “fondos buitres”, que cazan países y empresas en crisis para comprar a remates y luego aplicar embargos y obtener ganancias especulativas, según lo permite la desregulación de los mercados.

Fondo Monetario Internacional (FMI)

Acreedores de Venezuela como Mike Cornelius de T Rowe Price Group y Hans Humes de Greylock Capital, junto a otros tenedores de deuda y sus asesores legales, admiten que no será fácil el litigio contra este país y su petrolera, menos aún con la presencia de Hausmann como parte del equipo de Juan Guaidó.

Concluyen que un nuevo gobierno en Venezuela necesitará tiempo para organizarse, para poder facilitar ayuda humanitaria, reestructurar al sector energético y que la economía pueda volver a recuperarse. Los inversores especulan que el nuevo gobierno promulgaría un régimen de bancarrota nacional y esta política protegería a entidades paraestatales como Pdvsa, para evitar que los embargos alcancen los principales activos de este país.

Ya hay malestar entre los acreedores, de alguna manera el presidente Donald Trump, con las sanciones aplicadas contra el régimen de Nicolás Maduro y contra la petrolera, detiene las acciones de los inversores, que reclaman unos 10 mil millones de dólares en deuda vencida y aspiran una reestructuración de unos 60 mil millones de dólares para los próximos años, ya que con los títulos venezolanos no se puede hacer negocios por lo menos en Estados Unidos.

Privatizar o no, a Pdvsa

Hay grupos que se identifican como promotores del libre mercado y exigen que un nuevo gobierno deba privatizar a Pdvsa. Pero la crisis económica actual y el default de Venezuela no lo permite y es aquí en que las alarmas se encienden en muchos sectores que terminarán siendo críticos de un hipotético nuevo gobierno.

Los acreedores estiman que el nuevo gobierno no está dispuesto a pagar deuda de inmediato, por lo que se recurrirá a reestructuraciones y batallas legales. El nuevo gobierno puede alegar que Pdvsa es parte del Estado, es patrimonio nacional, por lo tanto no puede ser objeto de embargos y eso evitaría que fuera privatizada, al menos Juan Guaidó lo ha dicho, que el Estado, bajo un nuevo gobierno, mantendrá el control sobre la petrolera.

Privatizar Pdvsa, con deuda vencida, no tiene ningún sentido estratégico, en función de los intereses de un nuevo gobierno que necesitará recursos para reflotar la economía.

Hausmann es de la idea de la bancarrota nacional, según papeles académicos, para luego recurrir al FMI, al BID y al Banco Mundial. Promueve la apertura petrolera, en vez de privatizar, entregar concesiones operadas por empresas privadas que rindan cuentas al Estado. Si Guaidó culmina el trabajo de echar a Maduro del poder, entonces tal visión sería el futuro inmediato a darse en Venezuela.

Por qué acudir al FMI

Antes que alguien satanice a Hausmann por citar al FMI, hay que dejar claro que en medio del caos económico global, Venezuela no tiene otro remedio. Al menos el economista es sincero y apela a la transparencia, según los banqueros centrales. Acudir al FMI requiere hacer todo lo contrario a lo que hizo Hugo Chávez y terminó de llevar a los extremos Nicolás Maduro.

El venezolano, que por lo general se deja llevar por discursos políticos y omite el academicismo, debe tener claro que Chávez no quiso endeudarse con el FMI, porque el ente multilateral exige cuentas claras al país que asiste.

Es como cuando una persona acude a un banco a solicitar un crédito, debe mostrar su capacidad de pago, sus balances financieros y generales, no es que Chávez no quiso créditos del FMI, es que su manera oscura, desordenada y corrupta de llevar la economía, no se lo permitía. Es imposible para el FMI prestar dinero a un país que derrocha unos 12 mil millones de dólares al año en gasolina subsidiada que termina en contrabando, por citar un caso.

La recuperación

Venezuela requiere una reestructuración muy profunda. Si bien las cuentas deben ordenarse como Hausmann lo vuelve a sugerir, así como en 1989, los liberales que se enfrentarán al economista por no poderse privatizar Pdvsa en esta fase, tendrán que entender que hay deudas que se tienen que pagar y no hay otra manera que aumentando la producción petrolera, aunque con la gestión privada.

El régimen de Nicolás Maduro ha devastad la economía venezolana, dejándola sin servicios públicos que funcionen

Sin embargo, el reto es muy grande y la convulsión política, aunque merme, tal vez no cese, a pesar que Maduro salga. Recuperar a Pdvsa será un proceso que podría llevarse más de cinco años, si se cita el tiempo que duró la apertura petrolera de Caldera, en aquella ocasión, la situación de la estatal no estaba en el desastre y la tragedia que hoy atraviesa.

Los servicios públicos como la electricidad y agua, para recuperarse, tendrán que terminar en manos privadas para que su gestión mejore, ello tendrá como consecuencias sincerar las tarifas, tal cual ocurre hoy con la telefonía celular y los servicios de Internet, tras la devaluación del bolívar en la tasa Dicom. Lo mismo ocurrirá con la gasolina.

Desde el punto de vista económico, lo que plantea Ricardo Hausmann, en lo que llaman “el consenso de Washington”, suena muy bien y entonces se llega de nuevo a 1989, el problema no es el plan, el problema es político y de gestión, de cómo administrar en lo social la transformación propuesta. El reto que viene es grande todavía.

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