En el oficialismo quisieron
sorprender con una nueva carta, la constituyente, pero el efecto ha sido
contrario. Aunque es probable que debajo de la manga aun tengan otras opciones,
el “castillo de naipes” en que ya se ha convertido el gobierno, es muy inestable.
Hay en desarrollo tres
factores, que se dirigen al mismo destino: al final del régimen. Es como tres ríos
que desembocarán en el mismo mar.
Sin orden en su peso.
El factor político
Los partidos políticos
reunidos en la Mesa de la Unidad (MUD), luego del amargo proceso del fracasado “diálogo”
de octubre de 2016, endurecieron su postura comenzando 2017 y razones tienen,
el oficialismo se ha burlado desde el Papa Francisco, hasta los más
insignificantes ciudadanos, porque se trata de una cúpula imbuida en una
situación de delincuencia, asesinatos a mansalva, represión sin compasión,
corrupción, fondos congelados, acusaciones de narcotráfico, derrumbe
institucional, destrucción de la economía, en fin, la barbarie.
Los factores de la
oposición, luego de recibir el golpe del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ),
que le dejó sin funciones a la Asamblea Nacional (AN), además de eliminar la
inmunidad parlamentaria de los diputados, así como permitir que el Ejecutivo
haga negocios con los activos del país, sin necesidad de contar con la aprobación
del Parlamento, se lanzaron a la calle y han producido una gigantesca ola de
protestas que llevan más de 30 días y que ha sido respondida cruelmente por el
gobierno con una represión sin precedentes, de gran escala, con unos 37
asesinados, miles de heridos y centenas de detenidos. Esta escalada represiva
ha tenido un rechazo mundial, así como del golpe de Estado del TSJ. En lo
interno ha desatado un huracán político, puesto que obligó a que la Fiscal Luisa
Ortega, deslindara del madurismo, propiamente dicho, obligando al régimen, de
corte militar, mostrar su verdadera naturaleza, ahora empleando tribunales
militares contra civiles, en vista de que la Fiscalía no está haciendo imputaciones
a manifestantes, sin el debido proceso.
El drama interno en el
PSUV, es que allí, todas las parcelas de poder, que son antagónicas entre sí,
incluyendo al Alto Mando Militar, se tienen que apoyar mutuamente, porque el
país los tiene rodeados, por todos los flancos, acción inútil, que sólo les
brinda algo de tiempo.
La oposición tiene sólidos
argumentos, apoyar políticamente al gobierno para que consiga nuevos préstamos,
no aliviará el sufrimiento económico de los ciudadanos, porque sencillamente el
oficialismo se volvería a robar tales recursos, porque la corrupción sin
control tiene el factor miedo implícito, ya que en el régimen saben que el “castillo
de naipes” se viene abajo de un momento a otro.
El factor opositor ha
negado ser parte de un proceso constituyente y ha dejado claro que no es la
constituyente el problema, sino la manera en que se pretende aplicar,
fraudulentamente, por sectores y sin tomar en cuenta las bases electorales
debidamente. Podría haber sectores que exijan, solicitar o hacer presión ante
el CNE, para que ese proceso se reglamente como es debido, con voto directo,
secreto y universal, pero con resultado sobre la base de la proporcionalidad de
la población, así, los factores democráticos saldrían victoriosos, con inmensa
mayoría, lo que liquidaría al régimen. Ahora bien, eso puede llevarse mucho
tiempo. Hasta ahora, no se nota “diálogo” o “negociación” alguna. Entre los
políticos hay un debate muy silencioso, sobre el tema de la constituyente, hay
unos que quieren ir, otros exigir condiciones justas y otros sencillamente no
participar. La posibilidad política está andando de esa forma, para buscar el
fin del régimen, por la vía ordenada, legal, pacífica y política, que bien
válido es.
El factor internacional
Ya varios voceros de países
y organizaciones internacionales se han referido sobre la propuesta de la
constituyente de Nicolás Maduro, la respuesta ha sido lo que contundentemente
es legal, ningún país puede avalar o reconocer un proceso electoral que derive
más adelante en un nuevo gobierno o reforma constitucional, si ya nace sin
legitimidad, sin que se cumplan las leyes, sin que se respete el derecho al
voto al proponerse un fraude con las bases electorales y la proporcionalidad de
la población en los territorios. La constituyente de Maduro, está prácticamente
muerta, gracias al trabajo que en ese sentido vienen haciendo los países que
defienden la democracia en el continente.
Si no hay acuerdo político,
o fuerza política interna que logre cambiar el asunto interno, las fuerzas
extranjeras podrían intervenir, es un tema que ha cogido fuerza en ese ámbito
en los últimos días y se habla ya abiertamente de intervención militar.
El factor “revuelta popular”
El hambre, instalada en más
de 80% de los hogares venezolanos, coincide con el discurso político en los
partidos en este momento, de hecho es una de las causas que nutren las
gigantescas movilizaciones, marchas y protestas. Hay sectores que ya se han
vuelto incluso autónomos, factores radicales que llevan ahora una agenda
paralela o propia, ante la de los políticos. No es que se tenga que criticar
esto, es una manera de demostrar que en muchas poblaciones de Venezuela, la
crisis social, como efecto de la crisis económica y ante el retraso de una
solución política a la crisis en general, ha comenzado a jugar su propio juego,
al lado de la MUD, que tiene el poder convocatoria, pero con sus reglas, de
allí se ha derivado a la confrontación violenta con fuerzas del orden público,
de hecho hay sectores en que las barricadas y bloqueos, han vuelto. Asunto que
tampoco se critica, ya que es la manera en que muchos expresan su descontento. Ha
habido situaciones desbordadas, fuera de control, una desproporcionada
represión y crímenes en materia de violación de Derechos Humanos.
La calle está imponiendo
una dinámica propia, en sectores del gobierno y de oposición. El oficialismo ha
apostado al desgaste y lo que se viene desgastando son las fuerzas represivas. La
fuerte represión ha producido pronunciamientos de factores que una vez apoyaron
al chavismo, iconos que con sólo pronunciarse han hecho temblar los cimientos
del endeble “castillo de naipes”. La calle se ha rebelado y se ha visto como
los bustos y estatuas de Chávez caen en el interior, el surgimiento de una
población que le ha perdido miedo a las bandas mercenarias, las que hacen el
trabajo sucio que policías y guardias no quieren hacer y hacerlas huir,
arrinconarlas y enfrentarlas, ha cambiado todo el panorama.
Los saqueos, que en
principio han sido controlados, es decir, como una forma de que los grupos
mercenarios pro oficialismo aparte de obtener un botín por el trabajo hecho,
buscan desvirtuar la protesta opositora, se han salido de control, porque hay
una población empobrecida, 50% en niveles extremos, que en medio del caos
simplemente se suma a la ola vandálica.
Si la calle se desborda, el
régimen de llegar a perder el control y decidir una escalada represiva mayor,
tendrá la condena internacional, lo que podría conducir a la intervención, sin
exagerar, con tropas, con el resultado de la caída del régimen. Si el asunto se
decanta por lo político, el régimen tendría que recular con su propuesta de
asamblea constituyente y aceptar hacerla bajo parámetros democráticos, legales
y habría la observación internacional, lo que también conduciría al fin del
régimen.
Es decir, el factor internacional,
es el que actualmente tiene el peso que determina el final de la tragedia
venezolana, sólo falta saber entre la situación de calle, violencia y
confrontación que hay, y la habilidad política, cuál de los dos llega primero
en su cauce, al mismo mar que los tres factores empujan. Existe también la
posibilidad, que al final del recorrido, se produzca una convergencia de todos
los factores, lo que aceleraría la caída del régimen, mientras tanto, en esta
dinámica, cambiante, la ruta hacia Miraflores está decidida, sólo falta saber
si se llega juntos por las tres vías, o quienes llegan primero, en esto último
priva también el asunto político, que es a final de cuentas, lo que todo esto
implica. 08/05/2017