Por Richard Casanova
Hoy en Venezuela está planteado abiertamente un autogolpe de Nicolás Maduro o que sus partidarios -no la oposición, la derecha o el imperio- le den un golpe de Estado para preservar el poder, todo esto en nombre de la "Revolución Bolivariana". Nosotros tenemos una larga historia de golpes y revoluciones, la cual se remonta a los inicios de la era republicana.
Ciertamente, recordamos a la Revolución de las Reformas (1835) como la primera intentona que registra nuestra historia, fue una rebelión contra el gobierno de José María Vargas, el Congreso conservador y el poder de José Antonio Páez. Se mostró como una revolución bolivariana y en efecto participaron algunos próceres de la independencia como Santiago Mariño, Diego Ibarra y Briceño Méndez, entre otros. Pero como nunca faltan las contradicciones, también fue protagonista Pedro Carujo, quien había planificado y participado directamente en el atentado contra El Libertador en Bogotá (1828). Es decir, con Chávez no es la primera vez que se utiliza el nombre del Padre de la Patria para quebrar el orden democrático.
Tampoco es novedoso proponer a los venezolanos una revolución, cuando en realidad se trata de un proyecto de poder inspirado en la tradición caudillista y militarista. La Revolución de Marzo (1858) fue un golpe de Estado contra José Tadeo Monagas liderado por Julián Castro, uno de sus hombres de confianza; algo tan usual que Nicolás Maduro debería ver a su alrededor cuando habla a los golpistas. También recordamos la célebre Revolución Liberal Restauradora (1899) que se inició con la "Invasión de los 60" y se propuso derrocar al presidente Ignacio Andrade, constituyendo el fin del Liberalismo Amarillo y dio paso a una nueva hegemonía con Cipriano Castro a la cabeza. ¡Otro Castro! No parece novedosa la presencia sediciosa de los Castro en el poder, solo que aquellos no eran cubanos, ni comunistas, aunque unos y otros hayan hablado de "revolución". Y es que hasta el golpe cívico militar que AD -aliada con Pérez Jiménez- propinó a Isaías Medina Angarita (1945), fue presentado como un proceso revolucionario y como la historia la escriben los vencedores, hoy es conocido como la "Revolución de Octubre".
En definitiva, lo importante es advertir a los venezolanos sobre el golpe de Estado o autogolpe que en nombre de la "revolución", se ha puesto en marcha desde las altas esferas del poder. Ya lo advertimos antes pero la arbitraria detención del Alcalde Antonio Ledezma y la embestida contra el Diputado Julio Borges -uno de los más importantes líderes democráticos del país- nos confirman que el régimen busca una ruptura del hilo constitucional para diferir las elecciones parlamentarias. Denunciar esta maniobra y pese a las dificultades, insistir en la ruta electoral es el mejor aporte a una salida pacífica a la inmensa crisis que embraga a la Nación. ¡Unidad y cambio es la consigna!
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