Militares dan cuenta
que los hospitales no tienen plantas eléctricas y que las empresas están en 45%
de su capacidad, por lo que la situación tiende a empeorar
Por Alex
Vallenilla / @alexvallenilla
Se desprende de la Sala Situacional gubernamental en la que participan
militares, que la crisis eléctrica ha sido una situación sumamente adversa para
el gobierno. Entre los puntos evaluados por altos funcionarios destaca que la
crisis en el sector sanitario empeora al igual que en el sector alimentario,
dos focos que están generando mucha perturbación e intranquilidad por las
protestas violentas y cada vez masivas de los últimos días.
Se destaca que ningún hospital público tiene plantas eléctricas y las
clínicas privadas no podrán aguantar los 40 días con autogeneración, ya que la
capacidad instalada es poca. Además, en la medida en que el problema de la baja
del nivel de agua del Guri se profundice, el tiempo de los racionamientos se
irá extendiendo. Ocurre ya que aparte de las cuatro horas, en el interior,
ocurren apagones adicionales, como el caso de Maracaibo que tuvo dos días de
fuertes disturbios.
En el sector alimentario, los militares dan cuenta que las empresas de
alimentos operan apenas en 45% de su capacidad instalada, al problema de la
fuerte escasez de alimentos por falta de importaciones y producción nacional,
se le suma que los cortes de cuatro horas retrasan aun más los procesos de
producción, lo que incidirá en más escasez y colas en las ciudades con fuertes
políticas de racionamiento.
Los apagones programados, han llamado la atención de bandas delictivas
que al aprovechar la oscuridad se organizan para perpetrar robos y secuestros.
Al mismo tiempo, las refinerías en Venezuela, que están conectadas al Sistema
Eléctrico Nacional, sufren paralizaciones con los apagones, ya que estas han
perdido capacidad de generación de electricidad propia.
Las conclusiones es que los efectos en la sociedad han sido fuertes y
se ha visto en la reacción de la población en los últimos cuatro días, con
jornadas repetidas de anarquía en distintas ciudades. Pese a la crisis,
Venezuela continúa vendiendo electricidad a Brasil, con que cubre algo de
ingreso nacional, luego que tuviera pérdidas por la caída del precio del
petróleo.
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