Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
La advertencia sobre Cuba y
Venezuela, de las consecuencias que traerían el colapso total de la economía
venezolana, luego que las alarmas se encendieran por todo el continente, una
vez que el despedido ministro Luis Salas dijo que no pagaría los intereses de
los bonos de deuda, un verdadero ensayo de Raúl Castro y Nicolás Maduro, que
permitió ver la reacción de Washington, les hizo recular y en el ajedrez
perdieron más piezas, quedando el chavofascismo a dos jugadas del jaque mate.
Con Miguel Pérez Abad, sólo
habrá alguna flexibilización. Pero todavía no hay la confianza esperada.
La jugada de Salas, fue
premeditada, el chavofascismo pudo darse cuenta que el negro Barack Obama no
anda con “cuentos”. De inmediato aflojaron y de pronto el radicalismo se les
esfumó, tan así que hasta la FAN dio muestras de que no todos están incursos en
el tema del narcotráfico, luego de la captura de un militar con 500 kilos de cocaína.
La debacle de Venezuela ya
se siente en Cuba, allá la inflación empezó a presionar a Castro. Obama ve
perfectamente como el hundimiento de Venezuela, es la opción de “matar dos
pájaros de un tiro”, allá engolosinaron a Castro con más de 110 vuelos
comerciales, y la primera empresa norteamericana a instalarse en la isla,
mientras aquí, la escasez, la inflación y la crisis humanitaria sanitaria,
junto a la ola de descontento social, son un barril que haría precipitar
eventos políticos que aceleren los cambios.
La estrategia de Washington
es no permitir que Venezuela llegue a declarar el impago de deuda. Porque en el
entorno económico global que hay, sería echar gasolina al incendio de recesión
que ha hecho que los principales bancos globales hayan perdido en bolsa más de
10% en las últimas semanas, no hay que olvidar que los principales acreedores
de Venezuela son los banqueros de Wall Street. Por eso un Pérez Abad,
pragmático y consciente de los efectos de tal situación, asume. Entre Maduro y
Castro el asunto no debe andar muy bien, pues el fracaso de Maduro, ha obligado
a Castro a bajarse más los pantalones con el “negro”, su delfín en Caracas ha
fallado.
Aunque la solución aun no
está clara, en el horizonte se ve que comienza a despejar y es que Venezuela
tendrá que recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), para lograr el
rescate financiero y eso tiene que ser pronto, muy pronto, porque a Maduro se
le pasó el tiempo creyendo en “pajaritos castro-chavistas”.
En ese caso, la Asamblea
Nacional y Miraflores, no tienen más remedio que andar juntos, o propiciar la
salida de Maduro, tal cual un amplio sector castrense así lo exige, como otro
grupo del PSUV apoya, estos últimos saben que no tiene sentido hundirse
políticamente con Nicolás, ya que pueden mantenerse como un partido de
izquierda, rescatarlo y reconstruirlo desde una visión en que el tutelaje
cubano desaparecería.
Entonces el problema está
allí, en que Maduro no puede tomar medidas aisladas, sin la participación del
sector que domina el legislativo, porque renegociar la deuda, aplicar ajustes
económicos para lograr el rescate internacional, requiere que dé el brazo a
torcer o salga del poder.
La salida de Maduro del
poder, sería el fin de la ayuda a Cuba, aunque tal ayuda con los actuales
precios del petróleo, se ha esfumado. Lo cierto es que el desespero de los
políticos que dirigen ambos países, los lleva a cometer errores, en la partida
de ajedrez, ya perdieron la reina, el rey está acorralado, el “negro” con dos
movimientos más, mata la partida.
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