Los tres principales
factores económicos que permitirían la reactivación económica, dependen uno del
otro y requieren un hábil tratamiento político
Por Alex
Vallenilla / @alexvallenilla
Los retos a los que se debe enfrentar la nueva Asamblea Nacional (AN),
exigen que la unidad de los partidos políticos que lograron en bloque la
victoria de los factores democráticos, prevalezca para la próxima etapa.
El desempeño de la economía así lo exigirá. Actualmente el Ejecutivo,
desde el año 2005 montó un esquema de gobierno en que implementó el llamado
“gasto social”. A través de este fue que el oficialismo pudo desarrollar un
profundo clientelismo en la sociedad venezolana, con la implementación de las
llamadas “misiones sociales”. Alimentos a precios regulados, operaciones de
vista, hogares de cuidado diario, módulos de sanidad para atención primaria,
atención a los ancianos, atención a indigentes y niños de la calle, programas
de alfabetización, entrega de computadores portátiles, entre otras.
Ese esquema se logró montar luego que a partir del 2005, el Banco
Central de Venezuela (BCV) se convirtiera en una especie de “caja chica” del
gobierno de turno. Durante años el déficit de gobierno comenzó a cubrirse con
el llamado “dinero inorgánico”, el cual desde 1999 hasta 2015, ha incrementado
en 16.600 %.
La gigantesca masa monetaria, no sólo creó una “bonanza” que en los
sectores populares más pobres se percibió con impacto en sus economías en lo
micro. Se aumentó el consumo de alimentos en períodos entre 2005 y 2011, que
incluso le permitió al gobierno a recibir reconocimientos de la FAO. Esta
gigantesca masa se convirtió también en la base de la demanda de divisas que
fue alimentando el precio del dólar a través de importaciones de alimentos y
propició una fuga divisas del país estimada en US$ 200 mil millones, gracias al
control cambiario.
Para 2004, Venezuela contaba con una población económicamente activa
de unos 4,5 millones de habitantes. El impacto del “gasto social”, logró
penetrar a unos cinco millones de venezolanos, que nunca habían tenido un
ingreso, esto fue la base electoral de Hugo Chávez desde 2005, cuando emprendió
la Misión Robinson para enfrentar un referendo.
Sin embargo, y siempre fue advertido, se inflaba una burbuja con
bolívares, que con un barril de petróleo entre US$ 80 y US$ 100 por unos seis
años, no generaban mayor presión inflacionaria, comparándola con la actual.
Llegada la caída del precio del crudo, la masa de bolívares quedó sin
respaldo y la inflación se disparó en 2015, hasta 220% anualizada.
Monetización
La nueva AN se enfrentará a un gobierno que venía funcionando
artificialmente, con “dinero inorgánico”, expresado en más de 110% contra el
presupuesto original del gobierno, en los créditos adicionales que la AN
saliente otorgaba.
Siendo que la fuerte emisión de dinero por esta vía, procedente del
BCV, termina produciendo inflación y al mismo tiempo esta inflación ampliando
el hueco fiscal, es lógico pensar que una nueva AN ponga freno a tal mecanismo.
Pero tal medida tiene también sus repercusiones. El gobierno se paralizaría en
gran parte de sus funciones.
Una reducción del gasto público implica reducir egresos de “misiones
sociales” y obligar al gobierno central a ponerse un cinturón y tener que ser
eficiente, bajar la corrupción y controlar el pago de nóminas públicas. En este
punto la confrontación política, Poder Ejecutivo – Poder Legislativo, va a ser
contundente en el año 2016, sobre todo en que el gobierno de Maduro tendrá que
reconducir su presupuesto, no sólo porque tendrá una AN ahora vigilante y
contralora, sino porque las cuentas presentadas en el actual presupuesto, no son
suficientes para que gobierne eficazmente.
Que la AN logre volver a dar la autonomía al BCV, tiene sus efectos,
por una parte se lograría la estabilización del valor del bolívar y se podría
incluso, en el marco de un proceso de entrada de inversiones a Venezuela,
lograr que su valor se recupere, pero esto sólo podría ser acompañando
destetando al Ejecutivo del mecanismo de impresión de dinero que le da oxígeno.
Es aquí en que la habilidad política de un lado o de otro, privará.
Producción nacional
Una medida de reducción de la liquidez monetaria, tal cual se detalla
en la parte anterior, no podría llegar sola. La AN podría obligar al Ejecutivo
a que se restablezca la producción nacional, de modo que en lo interno se logre
surtir al país de alimentos, insumos y demás componentes de los procesos
productivos, con la finalidad que Venezuela evite depender de 90% de
importaciones como sucede hoy día.
La producción nacional ayuda a que los rubros venezolanos no sólo
generen ahorro de divisas, sino que en el marco de un programa de reducción de
gasto público y una política monetaria favorable al bolívar, esta misma
producción ayude a que la inflación se desacelere rápidamente.
Las causas de la actual inflación están en esas claves: una política
monetaria expansiva muy agresiva, que viene aumentado la liquidez monetaria
hasta los últimos doce meses en casi 100%, una caída de la producción interna,
reportada por los industriales, ubicada en casi 65%, en su gran parte por falta
de materias primas, las cuales no se producen en Venezuela y ahora escasean
fuertemente porque el BCV tiene volúmenes de divisas muy bajos en sus reservas
internacionales, según datos recientes de Barclays en US$ 500 millones líquidos
aproximadamente.
Los dos factores anteriores, el de monetización y el de aumento de
producción nacional, tampoco podrían ir solos. Haría falta que el esquema
cambiario de divisas, sufra una transformación importante.
Unificación cambiaria y libre
mercado
El tema cambiario es el más difícil. El conjunto de medidas que se
requiere para que en el marco de una unificación cambiaria y un mercado libre
de dólares, la economía se desempeñe libremente, pasa por la reforma de muchas
leyes que el oficialismo implementó y que políticamente desató crisis,
enfrentamientos, protestas, muertes y toda la etapa desde 2002 en lo sucesivo.
El Estado que implementó normativas de todo tipo que limitan la libertad de
negocios en el país, no permitiría una liberación del mercado cambiario.
Es conocido como las empresas multinacionales presentes y atrapadas en
la economía venezolana tuvieron que asumir grande pérdidas ante sus casas
matrices y desvincular su contabilidad de sus sucursales en Venezuela, debido a
que las ganancias que tenían para repatriar en bolívares, se esfumaron cuando
tuvieron que pasar a los esquemas de dólares de Bs 6,30 a Bs 50 y luego a Bs
199,98 del mercado Simadi. De hecho, muchas de estas empresas han tenido que
ser rescatadas desde el extranjero para mantener operaciones mínimas y los
activos de modo que se eviten paralizaciones que traerían consecuencias como expropiaciones,
visto el caso de la compañía Clorox.
El modelo cambiario unificado se podría dar luego de una devaluación,
la cual en el marco de un BCV autónomo, libraría en ese caso al Ejecutivo de
responsabilidad en lo sucesivo, pero que en el discurso político sería
capitalizado por los nuevos factores de poder.
La crisis económica de Venezuela es integral, por lo que requerirá de
un plan muy bien diseñado para salir de esta, sin embargo estos tres factores
son fundamentales, uno depende del otro, uno afecta al otro en una especie de
vaivenes, las decisiones que al respecto se tomen deben vigilar el impacto de
un factor a otro, sin embargo el principal paso, que es el control político del
cuerpo colegiado, los factores democráticos lo han dado, que antes de estos
tres factores que resumen los retos a los que deben enfrentarse los nuevos
diputados, era importante que una nueva mayoría en la AN, se impusiera, para
permitir los cambios económicos sucesivos.