Trump saca de abajo un juego que tenía perdido, logra meter al Grupo de Lima en su línea y crea las condiciones ideales para que el madurismo caiga
Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
El año pasado, para estos mismos días, el presidente de Estados Unidos
envía al entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, a una gira por
Latinoamérica. El mensaje era avisar a los países que ahora son parte del Grupo
de Lima, que estaba dispuesto a intervenir en Venezuela con el recurso militar,
de manera directa.
La “Estrategia Trump-Guaidó” comenzó en la Cumbre de Lima del año pasado. |
Tillerson se consiguió con un muro. Todos los países en que estuvo, se
negaron. Si bien había acuerdo que la tiranía de Maduro debía llegar a su fin,
el método planteado no era el aceptado. Trump retomaba así lo que Estados Unidos había dejado abandonado, su influencia en el hemisferio occidental.
Preñados por China
Para Trump fue un golpe político y es que la razón que los países del
Grupo de Lima esgrimían, de manera no pública, era que China venía haciendo sendas
inversiones en toda Latinoamérica, con un gigantesco monto de 350 mil millones
de dólares en los últimos tres años.
Siendo China y Rusia, dos aliados que hacen contrapeso a Estados
Unidos, entraban en el hemisferio luego que presidentes norteamericanos como
Clinton y Obama, así lo permitían.
Rex Tillerson fue despedido, a través de Twitter. Fue una frustración
para Trump no contar con la aprobación de los aliados de Estados Unidos, por lo
que decidió no asistir a la Cumbre de Lima, pues en aquella ocasión, coincidía
con situaciones puntuales en Siria, donde Rusia también hacía presión.
La debacle
En Venezuela también había dificultades internas. La oposición
política estaba sumamente dividida. Venía de varios fracasos en materia
electoral y es que los partidos políticos, luego de la contundente victoria en
las elecciones de la Asamblea Nacional (AN), apostaron a que ya era el final
del madurismo, por lo que surgieron distintas agendas políticas.
La oposición sufre una debacle en 2017 y 2018 luego que son aplastadas las protestas con una dura represión que dejó más de 150 muertos. |
Esa división causó mucho daño. La oposición se enfrascó en una lucha interna
en la que sin ningún sentido los principales dirigentes y partidos se
enfrentaban por ser la corriente sucesora. Fue así, como divididos, se
produjeron las derrotas electorales siguientes, la rebelión social más grande
que se haya visto, las protestas de 2017, fueron aplastadas por el régimen,
todo terminó muy mal.
Rusia ganaba protagonismo. China ya había dejado de financiar al
madurismo, vista la corrupción y el incumplimiento de envío de petróleo como
forma de pago por los créditos que había otorgado. Pero el interés ruso no era
tanto en lo económico, sino en lo geopolítico, y allí estaba la gran
preocupación de Trump.
Las señales
El chavismo/madurismo hizo la lectura correcta de lo que se avecinaba,
cuando Trump cambia a Tillerson y designa a Mike Pompeo. Ese mismo día,
detienen en Venezuela al general Miguel Rodríguez Torres, un enlace del
chavismo con la CIA en el gobierno de Hugo Chávez, que estaba rebelado contra
el madurismo. Además Maduro detenía más de 100 militares acusados de planificar
un golpe de estado, que era del chavismo.
Pero para Trump, todavía todo estaba muy difícil. La AN venía con
varios fracasos, no sólo recibía ataques del sector chavista/madurista, sino de
grupos empresariales relacionados con empresas, bancos y contratistas del
régimen, establecidos en Miami involucrados en asuntos de corrupción, que temen
por el futuro de los fondos mal habidos.
La “Estrategia Trump-Guaidó”
Maduro da un paso en falso en 2017. Implementa una Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) sin cumplir con la Constitución, al no realizar un
referendo consultivo que le diera legalidad al proceso, por lo que la oposición
se abstuvo de participar. En ese entonces los partidos políticos se fundamentaron
en la ilegalidad, lo que sirvió a Trump y al Grupo de Lima para encausar el
proceso siguiente.
La juramentación de Juan Guaidó estaba acordada meses atrás por la dirigencia política venezolana, el Grupo de Lima y el gobierno de Estados Unidos. |
El Grupo de Lima decide desconocer la legitimidad de Maduro a partir
de la implementación de la ANC.
Los fracasos de los partidos son discutidos a puerta cerrada. Surgen los
nexos con el Grupo de Lima y con el gobierno norteamericano. Entonces comienza la
“Estrategia Trump-Guaidó”.
Los dirigentes políticos en el exilio y los que están en Venezuela,
establecen vasos de comunicación que permiten articular todo el entramado y
burlar a los cuerpos de inteligencia del madurismo, así como los de sus aliados
externos.
Se aproxima el nombramiento de la nueva directiva de la AN y el turno
le toca a Voluntad Popular (VP), partido político construido y dirigido por
Leopoldo López, dirigente por el cual Trump exigió libertad a Maduro, apenas
asumió el mando en Estados Unidos.
El acuerdo se logra. Designar a Juan Guaidó como presidente de la AN
ha sido una jugada unitaria. Antes, el diputado estuvo en reuniones importantes
en varios países del Grupo de Lima. Apoyado en su figura poco conocida, meses
atrás sostuvo reuniones en el extranjero. Salía y entraba por las fronteras sin
llamar la atención, a pie. El madurismo nunca pudo detectar la operación en
desarrollo.
El compromiso fue asumir la presidencia interina siempre y cuando el
respaldo internacional lo tuviera. Fue un compromiso de parte y parte, tanto de
los dirigentes en lo interno, como de los factores externos. Todo fue en
reuniones de trabajo muy limitadas, de muy poca gente, de cuadros principales,
era vital que no se fugara información al respecto.
Guaidó, altamente disciplinado, ni siquiera le confió a su madre todo
lo anterior.
Cambio de perspectivas
Trump logra entonces cambiar el horizonte y logra meter al Grupo de
Lima en su línea. Hay que recordar que Mike Pompeo comenzaba una serie de
visitas y su discurso fue bien claro: las inversiones chinas, las cuales
criticó y dijo que eran inconvenientes para Latinoamérica, debido a que muchos
países del hemisferio tendrán dificultades para pagar los gigantescos montos
otorgados.
El Grupo de Lima comprende y se alinea con Trump, porque cuando
lleguen los tiempos que Pompeo ha avizorado, necesitarán de Estados Unidos
nuevamente.
El presidente estadounidense logra entonces crear las condiciones
ideales que se planteó desde el principio. Al hacer que el bloque occidental se
alineara con su visión, ha puesto al madurismo al borde de su caída. China ya
ha dicho que quiere mantener sus relaciones con Venezuela, independientemente
de quien gobierne. Trump y los chinos están cerrando importantes acuerdos.
Rusia ha reclamado porque exige garantías de sus inversiones, es la
excusa. Al respecto todavía no hay confirmado nada, aunque en principio han
dejado claro que ya no pueden seguir financiando ni prestando apoyo militar al
madurismo.
Juan Guaidó ha cumplido la labor que los principales dirigentes de los
cuatro grandes partidos políticos democráticos acordaron. Rescatar el criterio
de unidad fue fundamental. Restablecer la condición política ha sido esencial. En
su figura, aparecida de la nada, reposa la esperanza de un pueblo que busca
retomar el camino de aquella Venezuela que se desvió.
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