Camiones y carpas con leche en polvo, aceite, detergentes y muchos otros rubros más que los civiles no consiguen en abastos y mercados a precios regulados, llegan constantemente a Fuerte Tiuna y demás instalaciones militares del país para ser vendido al personal castrense, cuerpo que el gobierno trata de manera especial, en detrimento al resto de la población que soporta largas colas o debe pagar altos precios a buhoneros en las calles por la comida diaria.
Ello se convierte en un verdadero apartheid, una manera de diferenciar a la sociedad venezolana, ya no en ricos y pobres, sino en militares y civiles. El tratamiento que recibe el personal es debido al descontento que viene ocurriendo en los cuarteles, donde también los efectos de la crisis económica socialista ha causado sus efectos y malestar en la tropa.
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