Porque el fin del chavofacismo
y la salida de Nicolás Maduro, del poder en Venezuela, son parte de un proceso
muy complejo. Los venezolanos están asombrados, que a pesar de la contundente
crisis nacional, Maduro se mantenga aun en Miraflores.
Petrocaribe. El tinglado que Hugo Chávez montó para controlar el Caribe, con petróleo y gasolina, así como los países del ALBA y las alianzas de Argentina, Bolivia, Ecuador y Brasil, fue una movida en el ámbito geopolítico que le permitió desarrollar todo un sistema de dependencia energética de esos países, con Venezuela. En principio eso no fue mal visto por Norteamérica, que en una crisis económica dejaba a cargo de Chávez la manutención del Sur y la región estable. Salir de Maduro actualmente y cerrar “de un plumazo” Petrocaribe, tiene consecuencias graves en el continente, porque significa desestabilizar la economía de la región y Washington tendría que asumir las consecuencias y los costos. Por eso Henrique Capriles, cuando se batió con Nicolás Maduro en las elecciones del 2013, no tuvo respaldo extranjero, su ingenuidad en la política exterior, en ese sentido, no le permitió ver que su propuesta de “quitar la “regaladera” de petróleo a otros países”, si bien en lo interno fue un buen discurso, en lo externo fue un fatal error. Washington para entonces no estaba preparado para asumir el rol que hoy ya viene adelantando paulatinamente, con inversiones privadas en Argentina, con aportes para desarrollo de producción de energía alternativa en Jamaica y con la apertura de Cuba, con el propósito de aislar el impacto que Venezuela produciría al caer este gobierno y su estructura en el extranjero. Aun queda por hacer, de modo que el fin de Petrocaribe, junto con el fin del régimen chavofascista, no sea “un remedio peor que la enfermedad”, que devolvería la democracia a Venezuela, pero metería a la región en una situación crítica en el aspecto económico, con efectos incluso sobre los resultados electorales por venir en EEUU, en que una América Latina desestabilizada económicamente, no sólo haría que la migración de latinos hacia EEUU se multiplique, sino que ese gobierno tendría que aportar capitales, proveniente del bolsillo de sus contribuyentes, para frenar el desplome de economías latinas, lo que sería alimento para el discurso nacionalista y ultra derechista de Donald Trump, cuyo temor de que triunfe ha aumentado, luego de la experiencia del Brexit en el Reino Unido. Ese proceso ha sido un largo camino de dos años y sigue. El avance ha sido importante y se vio en la Organización de Estados Americanos (OEA), la semana pasada con el informe de Almagro, así como las fallas en Unasur y Mercosur, con el caso venezolano.
La corrupción. El robo
de fondos estatales venezolanos y el lavado de dólares provenientes del narcotráfico,
se funden en la banca “off shore”. La dimensión del problema es del tamaño del
monto que persiguen los sabuesos del Departamento del Tesoro, de banco en banco
en el mundo: al menos 250 mil millones de dólares. Funcionarios rojos,
empresarios, contratistas y testaferros, con fortunas en EEUU y Europa,
provenientes del robo más descarado en la historia de Pdvsa, son buscados por
todo el mundo. Ya hay colaboradores, Eladio Aponte Aponte, Rafael Isea,
Alejandro Andrade, Roberto Rincón, incluyendo la enfermera de Chávez y ahora
los sobrinos de la primera combatiente, entro otros más. Las nuevas normas
bancarias mundiales, que no permiten que el sistema financiero internacional
sea usado para lavar fondos provenientes de la corrupción, de cualquier país,
han permitido detectar grandes capitales, ya congelados en EEUU, con
funcionarios venezolanos, sancionados en suelo norteamericano, en que grandes
fortunas bajo el control de familiares e interpuestas personas, son vigilados y
algunos ya incautados. Esto implica que del lado venezolano, los implicados,
que tienen control de espacios de poder importantes, decidan no entregar el
poder bajo ninguna circunstancia, hay rojos que señalan que aguantarán lo que
puedan así vayan presos o muertos todos. Los colaboradores van en aumento, EEUU
envía negociadores a Caracas, porque la presión es de parte y parte, de este
lado los implicados piden a grito la impunidad, pero dadas las circunstancias
de criminalidad, es casi imposible concederlas. Se trata de un proceso largo
también, de funcionarios señalados de crímenes y violaciones de los Derechos
Humanos, estos “radicales”, que lo son porque sólo buscan presionar para salvar
sus fortunas mal habidas, mantienen control de cuerpos represivos,
gobernaciones y espacios importantes en el Ejecutivo y no permitirían que
Maduro renuncie, acepte un referendo u alguna salida, a menos que ellos tengan
garantizados los capitales robados y que tienen a Venezuela, sin alimentos y
sin medicamentos, además del marasmo económico productivo. Hasta ahora
Washington también trabaja en este terreno y una comisión de la Asamblea
Nacional. En Brasil y en Argentina hay pasos importantes, tal como se ha
logrado con el empresario Odebrecht, quien purga condena de 19 años de cárcel y
negocia con la justicia de ese país para entregar información de la corruptela
de funcionarios chavistas venezolanos, a los que sobornó, así como toda la
investigación que se desarrolla en Argentina, los 118 bancos suizos que
colaboran, bancos “off shore” del Caribe, la investigación “Panamá Papers”,
entre otros.
La política. Internamente
los venezolanos han hecho lo humanamente posible para dar al traste con Nicolás
Maduro. La tarea ha sido titánica. Luchar contra un sistema, que controla
económicamente la región, con ingresos petroleros abundantes hasta 2014, con
las instituciones destruidas en todos los sentidos, con el aparato de justicia
politizado y sumido en una profunda corruptela sin precedentes, así como el
control de cuerpos policiales y militares desde el punto de vista político, con
una economía arrasada sin producción interna, con un banco central controlado
políticamente y que viola abiertamente la Constitución en materia monetaria,
con un sistema cambiario que beneficia a los rojos únicamente, de manera descarada,
con todo un aparataje mediático de propaganda de guerra y una censura atroz, a
lo que se suma una crisis alimentaria y humanitaria que tiene a la población en
el caos y la anarquía, con un sistema electoral tramposo que no permite
realizar consultas y elecciones libres, con mercenarios paramilitares
prochavistas, atacando y disparando contra la población civil y estudiantes que
protestan y están desarmados. Se trata de un cuadro dantesco, de dimensiones
amplias, que infringen profundos daños en lo social y en lo político y busca quebrar
la voluntad de todo aquel que disienta. Entonces surge la posibilidad de que el
régimen pierda el poder y los factores democráticos lo asuman. En medio de esta
espantosa crisis que se vive, los sectores políticos debaten. Tanto del lado
chavofascista como del lado democrático. Los rojos saben que al perder el
poder, serán presa fácil para la justicia internacional. La MUD en ese sentido
nada puede hacer y nada puede negociar, porque las opciones para que los rojos
entreguen el poder a cambio de impunidad no dependen de la MUD. Otro punto
importante es que en el seno opositor se estudia a fondo, qué hacer al asumir
el poder, porque la situación precaria de Venezuela debe arreglarse, para que
la normalidad vuelva y ello implica aplicar un programa político económico que
inevitablemente tendrá repercusiones en lo social. Eso significa costo
político. Es decir, la oposición tendría que asumir el desastre económico que
deja Maduro, para aplicar correctivos en todos los sectores, para buscar un
rescate financiero internacional, el cual será posible sólo con medidas
económicas que permitan recuperar el aparato productivo, reducir el gasto
público, e implementar todo un programa de rescate nacional, con movimientos
fuertes en los indicadores económicos, tanto inflacionarios como de producción
y empleo, lo que daría al PSUV argumentos, para reconstruir su base,
actualmente en 17% y hacer una oposición en función de una reforma económica. El
desgaste político de la reforma económica, sería fuerte, porque el caso
venezolano, sin recursos suficientes debido a la caída del precio petrolero que
merma los ingresos, haría que un nuevo gobierno tenga limitaciones, las
gobernaciones y alcaldías serían sostenibles precariamente y muy limitadas, lo
que en el fondo se traduciría en gobiernos malos para la población. Salir de
Maduro actualmente, de ipso facto y tener que corregir la actual situación
económica, sin que en la MUD exista un pacto de gobernabilidad, acuerdos en
materia económica y evitar una lucha interna, le haría un gran favor al PSUV,
en pocos años, de allí que Juan Barreto, con mejor olfato político que muchos
en el PSUV, habla de la renuncia de Maduro, propone su salida inmediata para
dejar este marasmo a los opositores. Se requiere un plan bien elaborado y un
programa político muy amplio e inclusivo, de modo que no se estropee lo
naciente, lo que implica que el proceso político iniciado por la MUD, desde
controlar electoralmente la Asamblea Nacional, hasta proponer un referendo
revocatorio contra Maduro, es parte de un proceso de transición que ha
iniciado, que finalmente dará con el fin del régimen pero que requiere de mucha
cautela y cabeza fría.
Los norteamericanos que han
hilado fino, tienen ahora una emergencia, resolver el caso venezolano y no
arriesgarse en llegar a noviembre, a una elecciones, con una Venezuela
convertida en “una bomba de tiempo”. Los venezolanos también requieren cambios
lo más pronto posible, o el hambre los arrasará, si bien la población se ha
identificado con la propuesta revocatoria, apremia soluciones, por la vida
misma.