Por Richard Casanova / @richcasanova
En estos días hemos visto una polémica sobre la escogencia de los candidatos de las fuerzas democráticas para las próximas elecciones parlamentarias. Unos consideran insólito que no tengamos elecciones primarias en todos los circuitos del país y así demostrar nuestra vocación democrática. Al contrario, otros consideramos una muestra de insensatez que no tengamos más consensos y que en medio de tantas penurias que sufre la población, el liderazgo democrático sea incapaz de ponerse de acuerdo.
La crisis es descomunal, vivimos una tragedia cotidiana y mientras tanto, algunos pelean por su puesto en la plancha y otros insultan con encono a la MUD por acordar consenso en algunos circuitos. Semejante falta de madurez política resulta imperdonable. Los dirigentes que descalifican el consenso, casi siempre es gente incapaz de ganar unas elecciones primarias que esconde tras ese llantén una desmedida ambición personal: la protesta desaparecería si el consenso fuera en torno a él. A veces esta alharaca tiene el propósito de manipular a la opinión pública y dividir a las fuerzas democráticas, son francotiradores al servicio del gobierno intentando dinamitar a la unidad.
Hablemos con honestidad: las primarias no son la única vía democrática, ni garantizan amplitud, más bien pueden ser excluyentes pues si se convocaran en todo el país, la representación parlamentaria quedaría en manos de los dos o tres partidos que tienen mayor capacidad de movilización. Solo el consenso permite incorporar a pequeños partidos, movimientos regionales y sectores independientes, cuya presencia brinda pluralidad a la propuesta. Por cierto, en la MUD coexisten todos los partidos comprometidos con el cambio y arribar a un consenso es un complejo proceso que exige conciliar diversas visiones e intereses, es un ejercicio democrático de alta factura.
Así las cosas, el consenso es también una muestra de amplitud de las mayorías en beneficio de grupos minoritarios que serían arrasados en elecciones de base. Tampoco las primarias son garantía de eficacia política. En el pasado reciente, candidatos escogidos en primarias perdieron las elecciones y otros seleccionados por consenso resultaron ganadores. O sea, el resultado no depende necesariamente del método de escogencia del abanderado sino que existen múltiples factores condicionantes. La unidad tampoco depende de ello sino de la real voluntad política y madurez de los protagonistas. Un buen ejemplo son las recientes elecciones en el Colegio de Ingenieros de Venezuela, el gobierno por fin autorizó al CNE a convocarlas cuando tenía “la certeza” de ganar, pero la Unidad Gremial -es decir, la MUD- obtuvo una resonante victoria presentando una propuesta electoral construida por consenso.
De haber invertido esfuerzos en una confrontación interna y desgastarnos en unas primarias, el oficialismo habría logrado sus objetivos. Finalmente, en medio de las dificultades económicas del país, no se justifica que la oposición destine millones de Bolívares en unos comicios, pudiendo resolver la controversia ejerciendo un liderazgo responsable, con madurez política y espíritu unitario. Tales recursos harán falta para enfrentar a ese inescrupuloso y real adversario que es el gobierno. En fin, no perdamos el foco en esa absurda y mezquina diatriba, lo verdaderamente relevante es la unidad para impulsar el cambio.
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