Hasta ahora, la acción del
TSJ-Chimbo de Diosdado y Maduro, sólo ha logrado frenar en cierto modo algunos
avances de tipo político de parte de la Asamblea Nacional (AN). Ello se
asegura, al revisar, si desde que las ilegalidades del TSJ-Chimbo se implementan,
eso se ha traducido en apoyo popular a Maduro y al PSUV, o si han logrado
resolver la crisis económica, convertida ya en una tragedia humanitaria. No. Ni
Maduro tiene más respaldo popular, ni de lejos logran resolver la actual
crisis, lo que ha significado, que la estrategia del TSJ-Chimbo, ya ha fallado,
ya se ha desgastado, mientras la AN, allí sigue, en la labor meramente
institucional, en el marco del Estado de Derecho, única institución en el país
con esa condición.
En anteriores entregas se
ha aclarado, que el TSJ-Chimbo de Maduro era un error y que era cuestión de
tiempo demostrarlo, si bien han logrado bloquear decisiones de la AN, sólo
porque ésta se mantienen en el marco institucional, el TSJ-Chimbo ha sido clave
para que el gobierno no pueda lograr nuevos préstamos o auxilios financieros de
sus aliados en el extranjero, la ilegalidad ha hecho que el riesgo país aumente
y que eso evite que nadie se atreva a poner un dólar en Venezuela, lo que ha
complicado las finanzas estatales, en el marco de la crisis económica, un duro
revés para Maduro y para Raúl Castro. En esta parte, Obama ha preferido una
pausa estratégica, no se puede gastar “torpedos” en un barco que ya se está
hundiendo solo. Los que hacen señalamientos contra la AN, simplemente son
ingenuos en la política, que no determinan, que el régimen se encuentra en un
hueco y como solución para tratar salir del mismo, siguen cavando hacia el
fondo.
La crisis se radicaliza. El
régimen confirma que no tiene maneras de sostenerse financieramente. Por lo que
para pagar deudas, el ministro Miguel Pérez Abad, ha dicho que reducirán las
importaciones de alimentos en 60%, es decir, el venezolano comerá, si acaso, un
día sí y dos días no. Este es uno de los resultados del error de implementar un
TSJ-Chimbo, que viola las leyes y que es monitoreado por la comunidad
internacional, y que es opacado por una AN, meramente enmarcada en la
estrategia de marchar en el orden legal y constitucional. Los
“cabeza-calientes”, que a diario se dedican a despotricar de la MUD,
reaccionarios al fin, no comprenden esto. No es que la AN no ha servido, esa
institución ha hecho su labor: hacer leyes, pero el régimen delictivo y
próximamente declarado forajido en el mundo, es el que actúa fuera del orden,
es el que debe ser señalado.
En el régimen, que está
dividido en cuatro facciones, la situación es cada vez más compleja. Por una
parte el asunto de los “narcosobirnos”, que tienen todo listo para su proceso
de negociación con autoridades norteamericanas y delatar a todos los
involucrados, hace que internamente aparezcan de pronto militares que fueron
duros con el chavismo, ahora justificando golpes debido a que “las causas que
produjeron el 4F siguen vigentes”. Las facciones pro cubanas, que aplican la
estrategia equivocada, calculando que el pueblo venezolano se va a dejar someter
de hambre, resiste y es cuando Jorge Rodríguez, trata de copar los espacios
políticos, se mueve contra el sector militar que acecha y que podría negociar
las cabezas de estos en una transición en que en una probable junta de gobierno,
estos tengan alguna participación o representación. Esta situación da para
todo. El sector pragmático, que juega a cuadro cerrado en la búsqueda de
dólares, no sólo viene devaluando con mucha fuerza el bolívar, se dispone a
aumentar mucho más los precios de los alimentos y reducirán las importaciones,
siendo esto más gasolina para el incendio que ya hay en toda Venezuela, con la
gente en las calles buscando comida, saqueando comercios y camiones cargados de
mercancías. El gobierno paralizado durante toda la semana, sin agua, sin
medicamentos y sin luz, con la amenaza de que tampoco haya gasolina, por
parálisis de las refinerías. El cuarto sector, no haya qué hacer, el que
encabeza Maduro.
Al cuadro anterior, en el
marco del descontento popular, la MUD plantea el referendo revocatorio, que
indudablemente, con la alicaída popularidad de Maduro, lo perdería el
oficialismo, así como las elecciones regionales. En este frente, el político,
es que el gobierno trata de sostener la pelea, que se la ha ido a la calle, con
las marchas de la MUD hacia las sedes de los CNE, sin que el oficialismo tenga
capacidad de respuesta con las contramarchas. Maduro ha echado mano de la
represión y mientras se hunde más, ahora apela a un estado de excepción. Otro error,
quizá el último, antes de su caída definitiva.
El estado de excepción
tiene dos propósitos, Maduro busca enfrentar el avance político con las armas. Método
que en la mayoría de las referencias revisadas, fracasa y el mandatario de
turno, ha terminado huyendo del país. Pero en el frente social, el de la gente
en las calles, que es un adversario que ahora tiene el régimen, impredecible,
no se sabe dónde, en qué momento una turba se vuelca violentamente a los
saqueos, ni las dimensiones de las masas, un “enemigo” que el gobierno tiene y
que desconoce. Estas acciones, que han estado contagiando a casi todo el país,
como una especie de pandemia que se generaliza y ha entrado a Caracas, luego
que se reportara en el mercado de Coche, el saqueo de un camión cargado de
embutidos, junto con el llanto de las madres, por comida, es histórico, es una
señal clara de los ánimos de la población, que frustrada no logra conseguir
alimentación para sus hijos, el hambre ha provocado revueltas, revoluciones y
ha tumbado gobiernos, eventos que han comenzado con madres llorando, tal como
se puede ver en decenas de videos colgados en las redes sociales, la cantidad
de mujeres que aborrecen al gobierno. El resultado de estos eventos ha sido el
mismo también, el mandatario de turno termina huyendo, es derrocado y en
algunos casos, situaciones peores.
Maduro no podrá enderezar
el asunto económico y tampoco el de la comida, menos ahora que acaba de perder
a Brasil, un aliado que le enviaba alimentos a crédito. Afuera, Obama observa
cuidadoso, quien ha movido sus piezas para que el colapso de Venezuela no
genere males mayores al resto del continente, como las inversiones en
Argentina, el cambio en Brasil y la pronta sustitución de Petrocaribe, en que
hasta Nicaragua, anda metida, por algo anunciaron que no pagarán 2.400 millones
de dólares que ese país le debe a Pdvsa, por lo que el hecho que Maduro no haya
renunciado el mes pasado, tal como se negociaba en Cuba, se le deja que
colapse, aunque lamentablemente los efectos caen también sobre la población.
La MUD le ha cogido gusto
de nuevo a la calle, el régimen sabe que tampoco podrá consolidarse sobre una
masacre y tendrá que dejar correr el referendo, porque la jugada de Washington,
en el ámbito geopolítico, le ha cambiado todo el panorama, Almagro no va a
insultar a Maduro así no más, a menos que esté seguro que el final sea pronto,
como lo es ahora.
Si Maduro insiste en no
dejar avanzar el referendo, la población entenderá el mensaje en que no habrá
rectificación en la economía, lo que mantendrá a la gente buscando alimentos, desesperada
y en la generalización del caos, es un asunto que ha de poner en manos de
militares, los cuales en su enorme mayoría, sufren los mismos embates de escasez,
crisis e inflación. Estos dos factores harán fallar lo propuesto en el estado
de excepción, que tiene por segundo objetivo, amedrentar a la sociedad, a que
se queden en sus casas esperando la bolsa de comida que supuestamente
repartirán los CLAP recién creados por Maduro. Fundidos en las calles, pueblo y
militares, las tropas no van a disparar, allí habrá fallado el último cartucho
que a Maduro le quedaba, habrá fracasado el estado de excepción y el mandatario
quedará a merced del pueblo y los militares.
A estas alturas, ya es
imposible acuerdo alguno. Los cubanos han equivocado toda la estrategia, han
ignorado lo que en la historia venezolana, en política ha sido aquella frase: “Venezuela
es un cuero seco, usted lo pisa por un lado y se levanta por el otro”, Antonio
Guzmán Blanco (1829-1899).
Los cambios que vienen para
Venezuela son fuertes, en los ámbitos político, social y económico. Tienen
precedentes interesantes que permiten preverlos. En 1989, la inflación de
Carlos Andrés Pérez, luego del “Caracazo” trajo como consecuencias los
alzamientos militares del 4F y del 27F, luego su destitución de la presidencia.
La inflación de 1996, con Rafael Caldera, luego de la crisis bancaria, de 103%,
abrió las puertas para que el chavismo asumiera el poder y realizara cambios en
la Constitución y el modelo de gobierno. La actual inflación, de 397%, la de
Nicolás Maduro, no será la excepción. Los indicadores económicos no fallan, las
dos inflaciones más fuertes que tuvo la etapa de la democracia, produjeron
convulsiones, lo que anuncia cambios fuertes indudablemente.