Los promotores de la política de “aventura”, desde “el carmonazo”, los militares en la Plaza Altamira, el paro petrolero, “la salida”, ahora dicen que Guaidó es otra derrota más
Por Alex Vallenilla / @alexvallenilla
A través de las redes sociales rugía la campaña de no votar porque no
se podía hacer elecciones contra el chavismo. En eso cayeron los partidos
políticos, carentes de doctrina. Al
hacer señalamientos sobre la doctrina, la referencia tiene que ver con la falta
de organización, con ingobernabilidad y falta de capacidad de tomar decisiones.
Llegado el mes de enero, cuando surge de la nada la figura de Juan
Guaidó, como presidente del Parlamento, la campaña de los sectores que ahora
posan de “liberales” o “derechistas”, era la de que debía juramentarse como
presidente y que con ello llegaría una intervención militar extranjera para
derrocar a Nicolás Maduro.
Ahora, para los sectores que
dirigen campañas desde el exilio, Juan Guaidó ha resultado en un fracaso y
ahora “no Vamos Bien”.
El pequeño grupo político que responde a las líneas de el exilio mil
millonario, que adoptó la aventura como una forma de hacer política, reconoce
así un nuevo fracaso.
Los fracasos que acumula ese
sector se remontan al “carmonazo” en 2002, al paro petrolero de 2002-2003, a
los militares en la Plaza Altamira, a “la salida”. Mientras en un momento
de lucidez, los partidos políticos decidieron participar en las elecciones de
la Asamblea Nacional (AN), con el contundente resultado conocido.
Calcularon mal
Los sectores plutócratas en la oposición, reconocen su fracaso porque
creyeron que Juan Guaidó sería manipulado por estos, cuando el presidente del
Parlamento responde a una estrategia mucho más grande que los grupos económicos
que una vez fueron los “amos del valle” y sus herederos en Venezuela.
Ahora Guaidó es un fracaso o un error. Alegan ser “críticos” de Juan
Guaidó, cuando espetan insultos, intrigas, denuncias infundadas, amenazas y
acusaciones de todo tipo, que nada tiene que ver con críticas.
Esta vez es distinto, atrás quedó aquello de la “sociedad civil”, una
eufemismo aplicado a la sustitución de los partidos políticos, cuando se dijo
que los empresarios, los sindicatos, las ONG, medios de comunicación y hasta la
Iglesia, desplazaban a la dirigencia política, que también terminó arrastrada a
los discursos reaccionarios, que permitieron fortalecer finalmente a Chávez.
Queda claro que los grupos económicos, que ahora tienen voceros y
supuestos dirigentes “liberales” o “derechistas”, luchan también por volver a
controlar a Venezuela. Están fuera del
escamoteo de las grandes reservas petroleras por parte de EEUU, China y Rusia.
Se trata de sectores que se
presentan ahora como si nunca hubiesen usufructuado los recursos de la renta
petrolera en Venezuela. Ahora manejan discursos como si los gigantescos
capitales que saquearon de Venezuela, los obtuvieron porque inventaron un nuevo
carro, un teléfono distinto, una aplicación determinada.
No. Los grandes capitales surgieron a la sombra de la renta petrolera
bajo el control del Estado en Venezuela. Los grandes negocios con el chavismo a
través de los contratos eléctricos, petroleros y el comercio de bonos de deuda
que dejaron al país sin divisas.
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